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miércoles, 1 de febrero de 2023

Sequicentenario de la erección de la Universidad de Los Andes por la Junta Patriótica de Mérida - Discurso del Dr. Pedro Rincón Gutiérrez

 

Discurso del Dr. Pedro Rincón Gutiérrez, Rector de la Universidad de Los Andes, sobre la celebración del sesquicentenario de la Erección de la Universidad de Los Andes por la Junta Patriótica de Mérida. 

Señores:

Un fraile peregrino, Fray Ramos de Lora, cuya efigie se levanta en el patio central de nuestra Casa, como perenne testimonio de agradecimiento, fue el fundador del Seminario de San Buenaventura, piedra angular de la que más tarde se convirtiera en Universidad Real por decreto de los varones ilustres que integraron la Primera Junta Patriótica. Cuando esos hombres declararon la independencia de la Provincia comprendieron, apenas en germen la libertad y tambaleante todavía el espíritu popular que la animaba, que el mejor camino para servir a la causa de la verdad, de la justicia y de la dignidad humana, era levantar como minarete de la ciudad que se encarama en la montaña un centro de cultura superior, forja de hombres probos y de espíritus libres.

Un fraile peregrino, Fray Ramos de Lora, cuya efigie se levanta en el patio central de nuestra Casa, como perenne testimonio de agradecimiento, fue el fundador del Seminario de San Buenaventura, piedra angular de la que más tarde se convirtiera en Universidad Real por decreto de los varones ilustres que integraron la Primera Junta Patriótica.

Después, desde la República vecina y fraterna un alucinado por la libertad y su cohorte de hombres sedientos de la misma, irrumpe en admira¬ble campaña que los antiguos hubieran parangonado con el cruce de los Alpes por Aníbal. Aquí, en la Mérida corazón de Los Andes, se le llama por primera vez "Libertador", título de gloria que la historia ratifica porque su tenaz esfuerzo dio al mundo, en el Continente de la esperanza, un manojo de naciones que a su genio militar y a su espíritu cívico deben existencia políticamente libre. Todavía sus principios están vigentes, y más aún, en esta región colonizada por latinos, los pueblos que la configuran esperan en mayor o menor grado una redención económica, ansían salir del subdesarrollo que los estigmatiza y ven como meta de sus esfuerzos el fin de toda tutela.

En 1813, y en meses próximos celebraremos el sesquicentenario del trascendental acto que entonces tuviera lugar, ese hombre excepcional que Mérida aclamara como libertador, confirmó la institución de nuestra Universidad. Si los miembros de la junta que se levantara contra el Rey, conservaron el carácter arcaico de Universidad Real y Pontificia, Bolívar, que insurgió contra la Corona, la proclamó primera Universidad republicana de Venezuela.

De entonces a ahora, siglo y medio ha transcurrido con los avatares por todos conocidos y me corresponde hoy, desde el Rectorado, el honor de recordar tan magno fausto con el orgullo, que es esencia vital de pueblos fuertes, de tender hacia el futuro sin renegar del pasado. Por ello creo propicia la ocasión para hacer públicos algunos acuerdos del Consejo Universitario y decretos rectorales, que aspiran promover iniciativas provechosas y plasmar anhelos por todos acariciados. Más que con palabras a las grandes gestas se las honra con hechos, y aunque éstos estén al nivel de nuestras pobres fuerzas de hombres comunes, representan siempre una afirmación.

La serie de publicaciones que señala uno de los decretos y cuya finalidad es ejemplarizante, se iniciará con el recuento de la vida y hechos de un universitario por excelencia, el Doctor Caraciolo Parra Olmedo, Rector Magnífico de esta Casa de estudios en una época particular-mente difícil, que exigió de su persona dotes de artesano diligente y valor de defensor Heroico, convirtiéndolo en guía insuperable. Esta misma mañana, en momentos de gloria y de júbilo para nuestra Institución, insistimos conmovidos al descubrimiento del bronce que en el centro de la Avenida Universidad ha plantado el pueblo de Mérida, como recuerdo agradecido para quien sirviera con pasión y entusiasmo a la Universidad, que por antonomasia ha pasado a convertirse en Mérida misma. La estatua del Rector celebrado esté muy cerca del lugar donde pronto levantarán sus hogares muchos profesores universitarios. Que su ejemplo nos anime a todos para continuar laborando con tesón y entusiasmo, con lealtad, en pos de los más elevados propósitos académicos. Don P n. Tablante Garrido consecuente colaborador universitario cabal y profesor universitario.

Mantener encendida la llama de la dedicación a la universidad, es deber de sus autoridades y mérito intrínseco de muchos profesores. Por ello se ha vuelto tradicional que en la semana universitaria se rinda merecido homenaje a los docentes que cumplen períodos determinados de trabajo constante e ininterrumpido. Algunas que otras voces se han levantado para criticar ese conocimiento so pretexto que se premia con medallas y diplomas el discutido derecho de la antigüedad. Disentimos con la apreciación, que no corresponde al ideal universitario que acaricia con optimismo el destino de la institución a la cual se sirve en la medida de las posibilidades individuales, pero a la que siempre se dedica entusiasmo y perseverancia. Quienes así actúan -con prescindencia de sus méritos personales que son muchos-, renuncian a veces a comodidades y halagos que conjugan el esfuerzo de numerosos universitarios fuera de los claustros. No se premia con estas distinciones la ubicación en una vitrina de museo, sino que se realiza justo reconocimiento público a quienes manteniendo inalterada su fe en el destino de nuestra Casa, han sido por décadas consecuentes en la dura, a veces ingrata tarea, de modelar las mentes jóvenes en las más diversas disciplinas del saber y de la cultura, con la esperanza siempre renovada de que sean hombres en el más amplio sentido de la palabra, y ciudadanos con vocación para servir de verdad a su pueblo.

Razones sobran para que en este acto de la más pura tradición académica, el Consejo Universitario, por intermedio de su Presidente, exprese en forma pública su reconocimiento a los profesores:

Ingeniero Alfredo J Buschi e Ingeniero Luis Fargier Suárez, que cumplieron quince años al servicio de la Universidad de Los Andes, y a los profesores: Dr. Héctor Albornoz Berti, Dr. Luis Arturo Calderón Pino, Dr. Enrique González Berti, Dr. Manfred Hartung, Dr. Luís Rengel Sánchez, Dr. Héctor Sánchez Romero, Dr. Amado Daniel Ortiz, Dra. Ada Oliver de Albornoz Berti, Bioanalista Gonzalo González Márquez, Dr. Américo Corredor Tancredi, Dr. Pedro Pulido Hernández, Dr. oquio J. Gómez Araujo, Ing. Miguel González Jaime, Ing. Emilio I: ribardi, Ing. Edmundo Lulo, Ing. Francisco A. Martínez C., Ing. Roberto Vargas, Dr. Mario Spinetti Dini y Don Pedro Nicolás Tablante Garrido, que ya han alcanzado el decenio ininterrumpido de labor docente

En toda estructura de trabajo es imprescindible la colaboración estrecha de las más diversas jerarquías. Si los profesores son el eje de la enseñanza y del trabajo universitario, su tarea, por importante que sea, no es activa sin la colaboración casi siempre anónima del empleado universitario.

Y como reconocemos el mérito de las cabezas visibles en la acción, justo es repetir a voces los merecimientos de quienes se han hecho acreedores de la confianza de superiores y compañeros de labor. Esta y no otra es la finalidad del Premio Anual al empleado universitario. El Señor Don Ramón Custodio Rivas (bedel de la Facultad de Derecho), es ejemplo para todos porque servir con nobleza los principios de la Universidad, es luchar por una de las mejores causas de la nación.

En una mañana de libertad, los venezolanos salimos a la calle el 23 de enero, con la firme decisión de que las cosas debían cambiar en el país, y confundimos nuestras voluntades en el empeño de que la patria fuese un hogar en el que todos tuvieran justicia, igualdad de oportunidades, pan y trabajo.

Por último, señores, séame permitido presentar el balance de cinco años de gestión universitaria que me ha tocado presidir. Es un deber imperativo; el deber republicano de deciros, he aquí lo que he realizado, el imperativo moral de saber que nuestra labor, incluso en sus yerros cuando los tuvo, fue guiada por un fin noble: servir a la Universidad y a las aspiraciones de elevación universitaria que laten en todos vosotros.

El camino de la democracia es duro y difícil, ardua la tarea de hacerla auténtica y volverla eficaz. Nacieron las divergencias y lo que fuera anhelo de unidad se convirtió en hontanar de discordias. El país entero vivió momentos difíciles y las universidades -reactivo sensible de las mismas- no escaparon al encono de las pasiones. Para unos el lema fue "luchar" y "estudiar", para otros "estudiar y luchar", y la más de las veces, se concretó única-mente en "luchar"

En una mañana de libertad, los venezolanos salimos a la calle el 23 de enero, con la firme decisión de que las cosas debían cambiar en el país, y confundimos nuestras voluntades en el empeño de que la patria fuese un hogar en el que todos tuvieran justicia, igualdad de oportunidades, pan y trabajo. Los hombres que en esa etapa inicial dirigíamos la marcha andábamos insomnes, a la expectativa y vigilantes para que no se nos arrebatara la libertad recuperada. A pesar de todo, en los primeros momentos las pasiones desbordadas que salpican hasta a las causas más nobles, provocaron víctimas universitarias. No es ahora la ocasión de considerar lo que pudo o no evitarse, pero sí el momento de la corrección reparadora. Decisiones que alejaron de los claustros a varios profesores capaces, deben ser enmendadas.

Sea como fuere, con fallas o sin ellas, los propósitos que nos alentaron entonces a hombres de las más diversas ideologías fueron nobles, pero por desgracia estuvieron vigentes poco tiempo. El camino de la democracia es duro y difícil, ardua la tarea de hacerla auténtica y volverla eficaz. Nacieron las divergencias y lo que fuera anhelo de unidad se convirtió en hontanar de discordias. El país entero vivió momentos difíciles y las universidades -reactivo sensible de las mismas- no escaparon al encono de las pasiones. Para unos el lema fue "luchar" y "estudiar", para otros "estudiar y luchar", y la más de las veces, se concretó única-mente en "luchar"

Nuestra gestión universitaria, y sea dicho sin falsos ribetes de modestia, ha tenido como metas fundamentales algunos principios esenciales. Dejar campo abierto a la lucha de las ideas, enfrentando toda posición sectaria, dogmática, irreductible. Hemos sido celosos defensores de la libertad del magisterio. No hemos puesto veda a la discusión y al análisis de las ideas, y si a veces se pecó por exceso, la falla no estuvo en el fin que nos guiaba, sino en defectos propios de la condición humana. Dimos igualdad de oportunidades para todos

Los tiempos han sido duros y en diversas ocasiones las instituciones perdieron su verdadero rumbo desvirtuando su misión el régimen de autonomía, basamento legal de toda acción universitaria progresista. No obstante, en medio de tantos desgarramientos, la Universidad siguió adelante. Su edad es la que señalan los siglos y no el efímero pasaje propio de los hombres. Su destino corre parejo con el derrotero de la nación. Somos optimistas e incluso en medio de los peores momentos hemos pensado, como pensamos ahora, que esta Casa será lo que debe ser cuna del pensamiento, fermentarlo de ideas, taller de propósitos nacionalistas, confluencia experimental del pueblo venezolano. En una palabra, la misión de la Universidad es por antonomasia, y deberá serlo por la fuerza de los hechos, guía moral e intelectual de la nación venezolana.

El juicio ponderado y sereno sobre la gestión de los que hemos manejado la cuestión universitaria con la responsabilidad personal en esta época de tormentas políticas, económicas y sociales, actores de primera fila en el drama universitario que a veces tuvo visos de tragedia, se dictará con el correr de los años, cuando la distancia aclare la perspectiva y el tiempo modere las pasiones. Entonces se nos trazará el deber y el haber, y aparecerá a plena luz la contabilidad de los errores y un modesto recuento de hechos positivos. Esperamos tranquilos el veredicto, confiados en el reconocimiento del pueblo que sabe hacer justicia porque sabe valorar.

Nuestra gestión universitaria, y sea dicho sin falsos ribetes de modestia, ha tenido como metas fundamentales algunos principios esenciales. Dejar campo abierto a la lucha de las ideas, enfrentando toda posición sectaria, dogmática, irreductible. Hemos sido celosos defensores de la libertad del magisterio. No hemos puesto veda a la discusión y al análisis de las ideas, y si a veces se pecó por exceso, la falla no estuvo en el fin que nos guiaba, sino en defectos propios de la condición humana. Dimos igualdad de oportunidades para todos. En el sector de los profesores, o en el de los estudiantes, se ha luchado tesoneramente para que ninguna discriminación subsistiese en el ámbito universitario. El ingreso de profesores por concurso de méritos y credenciales, ha procurado eliminar el amiguismo, el compadrazgo y los favoritismos de grupos. La acción de la Universidad fue extendida al pueblo mediante programas de estudio e investigación asentados en la palpitante realidad problemática de la comunidad, y a través de labores culturales y de promoción continua de los valores universales del arte en sus más variadas expresiones.

Quisimos la superación del personal docente, y en los cinco años de nuestra gestión se otorgó mayor número de becas, en toda la historia de la Universidad. Los viajes de estudio y la instalación del Años Sabático, han sido otros medios eficaces para el logro del perfeccionamiento del profesorado. Los resultados de este programa de superación docente, sostenido progresivamente e incrementado, no se harán esperar reflejándose como provecho en la comunidad y como mejoramiento en la docencia y la investigación. Se ampliaron y crearon nuevos servicios en la Organización del Bienestar Estudiantil, seguros de favorecer al estudiante de pocos recursos que sin oportunidades de trabajo debe afrontar los gastos ingentes de su formación profesional y científica.

Además, la Universidad fue expandida en vista de metas regionales y miras nacionales. Para ello se crearon nuevos estudios que tanto en la escala de la región como del país, representan el desarrollo racional y lógico de estas altas Casas de estudio. Sirva como ejemplo la creación de la Facultad de Economía que en este curso dará su primera promoción, la Escuela de Humanidades transformada en Facultad, y su nuevo retoño, la Escuela de Educación, que acaba de completar su cuarto año. La Facultad de Ingeniería que ya tiene su Escuela de Arquitectura, y está gestando la de Ingeniería Eléctrica. La Escuela de Geografía, con su segundo año, ya es una realidad promisora. Nuevos rumbos se han ofrecido a la vocación y aptitudes de los jóvenes venezolanos, convencidos como estamos que la diversificación de estudios es el camino para superar el estancamiento profesional que padece el país.

Si la Universidad no investiga el país sufrirá de subdesarrollo intelectual y seguirá la búsqueda de soluciones foráneas para adaptarlas, con la consecuente secuela de fracasos, por imitar experiencias que no encajan en nuestra realidad sociocultural.

Ejemplo de labor con proyecciones regionales y nacionales son las tareas realizadas en los años pasados por los institutos universitarios, estudios que ya están repercutiendo en la búsqueda de soluciones adecuadas a problemas que la desidia agudiza sin medida. El Instituto de Geografía y Conservación de Recursos Naturales, el Instituto de Investigaciones Económicas, el Instituto de Silvicultural y el de Fotogrametría, marchan a la cabeza de nuestras actividades de investigación. El Instituto de Investigaciones Agropecuarias, a cuyos primeros pasos asistimos, y que son los primeros pasos en la experimentación fundamental en una región por definición agrícola. Si la Universidad no investiga el país sufrirá de subdesarrollo intelectual y seguirá la búsqueda de soluciones foráneas para adaptarlas, con la consecuente secuela de fracasos, por imitar experiencias que no encajan en nuestra realidad sociocultural. Con el mismo sentido de elevación cultural se creó el Liceo nocturno y las Escuelas de formación artística, el primero dio oportunidad de estudios al que trabaja, las segundas darán cosecha numerosa en el campo de las artes.

Si la Universidad creció como si comenzara a distender miembros paralizados, también ha aumentado rápidamente, explosivamente podríamos decir con expresión cara a los demógrafos, la población estudiantil universitaria. En atención a razones de orden social hemos movilizado el patrimonio universitario para proveer las edificaciones que esta plétora exige y obtener rentas que serán el único camino para lograr autonomía plena en base de la libertad económica. La ciudad Universitaria de Mérida, lógica consecuencia de estos fines, se planea ya en organismos técnicos competentes y se la está concibiendo en forma racional e integral. Dentro de esta ejecución del programa de edificaciones merece nuestra atención el hospital universitario, núcleo fundamental a cuyo alrededor crecerá el grupo médico-biológico. Alguna vez se dijo ante una presunta tardanza en la puesta en marcha de este proyecto, que se debía o bien a que los hombres se habían empequeñecido o bien, las obras se habían agigantado. El tiempo avasalló el pesimismo y ni los hombres resultaron tan pequeños, ni la obra tan gigantesca, allí en área universitaria se echan las bases y se levantan las columnas, firmes y sólidas, para que hombres que no son pequeños puedan rendir positivos beneficios a la humanidad. Y en fecha muy próxima, muy cerca del hospital universitario tendremos nuevo edificio para la Facultad de Farmacia.

En atención a razones de orden social hemos movilizado el patrimonio universitario para proveer las edificaciones que esta plétora exige y obtener rentas que serán el único camino para lograr autonomía plena en base de la libertad económica

Señores, al presentar ante ustedes en apretada síntesis, los resultados de la gestión universitaria de los hombres que hoy dirigen esta Casa del saber, sin pretender ocultar los muchos errores cometidos, no hacemos otra cosa que cumplir con un ineludible deber. Ya culmina una nueva etapa en la vida de la Universidad, y la institución se apresta a cumplir una vez más el proceso de elección de las nuevas autoridades que la regirán en años venideros. Las circunstancias son difíciles, pero una vez más repetimos que somos optimistas, que alentamos la firme esperanza de que por cruenta que sea esta etapa será superada y que en un futuro no lejano, en una nación soberana, dueña de su propio destino, liberada de males morales y miserias materiales, la Universidad venezolana, la Universidad de Los Andes para nosotros, cumplirá brillante misión, como exige la fuerza y pujanza de su pasado, el rigor de su presente y las proyecciones futuras al conducir por derroteros de dignidad, de grandeza, al hombre venezolano, digno como hombre y como venezolano, de mejor suerte.

Las circunstancias son difíciles, pero una vez más repetimos que somos optimistas, que alentamos la firme esperanza de que por cruenta que sea esta etapa será superada y que en un futuro no lejano, en una nación soberana, dueña de su propio destino, liberada de males morales y miserias materiales, la Universidad venezolana, la Universidad de Los Andes para nosotros, cumplirá brillante misión

Mérida, 1960.