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lunes, 29 de mayo de 2023

Pedro Rincón Gutiérez: un liderazgo entre la tradición y la modernidad - Roberto Chacón


A los héroes se les exige actuaciones excepcionales, grandes sacrificios y actos de redención, a los líderes se les pide una interpretación del mundo, una conducción social exitosa y una estrecha comunicación con un colectivo humano. La conducta de Pedro Rincón Gutiérrez fluctúa entre estos dos modelos de autoridad. En este escenario de reconstrucción de la memoria histórica se ha repetido la apreciación sobre el papel que desempeñó el personaje en la transformación de una ciudad y de una universidad. Se ha dicho que es un punto de ruptura, una inflexión histórica que hizo cambiar un ambiente tradicional y provinciano a un proceso de cambio modernizante (Pineda, Rondón Morales, Pascucci). También se ha señalado que el Dr. Rincón cultivó las virtudes capitales que heredamos de los griegos, especialmente la prudencia para hacer viable sus ideales de justicia y libertad (Rondón Morales, Pedro Rivas, Amado Moreno y Lester Rodríguez). Un liderazgo forjado con estos ideales y con una vocación de servicio público, ajeno a los vicios tradicionales de la élite política latinoamericana, deja un legado que aún requiere de una interpretación profunda.

A los héroes se les exige actuaciones excepcionales, grandes sacrificios y actos de redención, a los líderes se les pide una interpretación del mundo, una conducción social exitosa y una estrecha comunicación con un colectivo humano. La conducta de Pedro Rincón Gutiérrez fluctúa entre estos dos modelos de autoridad.

Todo ser humano carga una ciudad por dentro. En muchos casos no pasa de pequeñas comarcas y algunos llegan a alcanzar el estatus de megalópolis. Son procesos dinámicos que viven fases de aceleración y fases de ralentización, son sistemas abiertos en un intercambio constante que generan productos y se alimentan de las particularidades de otros sistemas, creando redes complejas que terminan en un interdependencia como Eywa en Pandora, según la ficción cinematográfica de Avatar, o los polos de la Tierra y las corrientes termohalinas de los océanos, uno de los factores responsables del equilibrio térmico del planeta. Una vida humana es un complejo tejido de relaciones, son muchos los colores y muy diversa la calidad de la materia prima empleada.

Pedro Rincón Gutiérrez muestra desde una temprana edad cualidades personales como la serenidad, la curiosidad intelectual y la devoción por valores trascendentes, muy apreciada en los colegios salesianos y jesuitas

Perucho, el saleciano

Algunos dicen que un líder se construye desde una temprana edad, otros señalan que emerge de las circunstancias, para muchos es una combinación de atributos personales y contextos favorables que moldean a través del tiempo la personalidad y la habilidad de un individuo para asumir la conducción de un colectivo humano, así como saber interpretarlo y representarlo. Pedro Rincón Gutiérrez muestra desde una temprana edad cualidades personales como la serenidad, la curiosidad intelectual y la devoción por valores trascendentes, muy apreciada en los colegios salesianos y jesuitas. De los primeros aprendió a cultivar la reflexión y la meditación; de los jesuitas aprendió a desarrollar un enfoque práctico en la educación de los jóvenes, sin que ello descuide la formación en la fe y el cultivo de la espiritualidad. Uno de los valores que encontramos con más frecuencia en sus discursos es la promoción de la justicia social y asumir a la educación como el medio por excelencia para luchar contra la pobreza. Esta idea no viene de la política sino del ideario jesuita que aprendió con sacerdotes como el padre Goicochea, director del Colegio San José: “Nuestra gratitud y admiración está con los profesores que nos enseñaron a no temer a las ideas y a respetar las ajenas, que nos orientaron en actividades humanísticas sin alentarnos reservas frente a la ciencia, en fin, recordamos todo aquello que afirma lo que es vocación de servicio, espíritu de disciplina y disposición al trabajo en los jóvenes de aquella generación”. (Entrevista publicada por el diario La Opinión, Mérida, 20 de agosto 1967).

Se ha recordado en este escenario la admiración que Don Pedro les tenía a los evangelistas y primeros cristianos: “Siempre me ha atraído la doctrina de los primeros ideólogos del cristianismo (Orígenes, Tertuliano); la encuentro -quizás por la proximidad en el tiempo a Jesús- mucho más cercana al más puro ideal. Creo que en los escritos y en las prédicas de ellos (siglo I al IV) está explícita la tesis comunitaria que ahora en el siglo XX está tan en boga, me agrada poco la actuación de los cristianos de la Edad Media; y me entristece todo lo que huela a Inquisición, incluyendo los procedimientos inquisidores y de "caza de brujas", que han llegado hasta nuestros días, cualquiera sea la ideología en cuyo nombre se los practica”.  

Jesús no fundó una Iglesia sino una comunidad religiosa distinta de Israel. Esta comunidad creció después de su muerte, integrando a los cristianos judíos y los cristianos gentiles. El amor a Dios y a nuestros semejantes que aparece en la Biblia hebraica, se convierte en el fundamento del nuevo mensaje religioso. La tradición judeo-cristiana concibe la transformación del mundo bajo una concepción milenarista: con el advenimiento del Mesías, el apocalipsis y la redención de la humanidad. Estas ideas han sido uno de los fundamentos de la cultura Occidental: la política, la economía, las ciencias y las artes se han desarrollado bajo ese sustrato simbólico, han cambiado la explicación religiosa y se han adaptado a las exigencias del pensamiento racional, se han secularizado.  Las propuestas utópicas de la modernidad se inscriben en las mismas ideas de redención  del milenarismo cristiano e islámico y los antiguos mitos griegos. Algunas enfatizan en la igualdad social, en el libre acceso a los bienes disponibles, en la liberación del trabajo y en el fin de la propiedad privada (socialismo utópico, Owen y los niveladores ingleses, anarquismo, marxismo). Otras ven en el desarrollo de las ciencias y las tecnologías el medio liberador por excelencia, en la creación de un orden político ajustado a las exigencias de la optimización racional,  en la existencia de una  economía en perfecto equilibrio entre las demandas y la producción de bienes y servicios, y en unos ciudadanos en armonioso comportamiento (saintsimonianos, Comte, Bacon, neoconservadores norteamericanos). El ideal de una vida comunitaria plena es una añoranza de una etapa previa al pecado original de desobediencia a las prohibiciones divinas; sea el consumo de la fruta prohibida del árbol del bien y del mal, sea el robo del fuego atribuido a Prometeo, sea el egoísmo humano y la apropiación del excedente que destruye la comunidad primitiva y su reino de libertad (Rouseau, Marx). El advenimiento de un nuevo mundo para los jacobinos era posible mediante la revolución y sus violentas contracciones, para otros, como los reformistas socialdemócratas y los liberales, era un proceso largo, mediante el desarrollo de la industria, la razón científico-técnica y las libertades ciudadanas. Somos herederos de estas ideas, son transversales a toda nuestra cultura y siempre están presentes en nuestro ideario colectivo.

Aquí encontramos un nudo problemático en la concepción del mundo del Rector Magnífico. Se apoya en encíclicas como "Mater et Magistra" y "Populorum Progressio", en la obra de pensadores cristianos como Karl Barth, y Teilhard de Chardin. Con el primero comparte el rechazo a la teología tradicional integrista y asume la propuesta de retomar las fuentes del Evangelio, es decir, un cristianismo más primario y humano, esto significa que el amor a Dios y al prójimo  debe ser más vivencial y menos retórico. La gran corriente cristiana de participación social floreció a partir de este pensador. En América Latina fecundó uno de los pocos movimientos intelectuales originales como lo fue la Filosofía de la Liberación. Esta tendencia dispone de una influyente tribuna en Francia con la revista Sprit, dirigida por el filósofo Emmanuel Mounier, quien se propone rescatar un socialismo no marxista, y hacer converger el progresismo liberal moderno con la esperanza cristiana. Teilhard de Chardin se adscribe a esta tendencia, rechaza el integrismo de los personalistas (Maritain y sus discípulos) y apoyándose en tesis hegelianas y darwinianas, explora el oscuro origen del hombre hasta alcanzar el “punto omega”, la segunda venida de Cristo. El personaje que nos ocupa, el Dr. Rincón, decía en una entrevista a la prensa local: “Personalmente me atrae todo camino que busque lograr una equitativa distribución de los bienes de consumo y los de producción. Eso sí que no se quede en simples formulaciones o proclamaciones, sino que sea doctrina en marcha”. (Ob. Cit.).  De este ideario podemos descubrir los fundamentos de una concepción del mundo que explica la realidad que le ha tocado vivir y el programa de acción, para movilizar voluntades con el fin de alcanzar objetivos de redención.



Perucho, el gremialista

El ingreso a la Universidad de Los Andes de Perucho, como cariñosamente le llamaban en la familia y luego fue utilizado por el personaje como mantra para promover un acercamiento con la gente, significó el tránsito de un templo de la tradición religiosa a un templo del saber secular institucionalizado, donde se propone aprender la ciencia médica. La enfermedad y el sufrimiento han sido motivo de profunda preocupación de los seres humanos desde sus más remotos orígenes. Un saber que nace de la observación y la experiencia, se va complejizando con la incorporación del simbolismo mítico y la práctica especializada de los oficiantes chamánicos. Este saber que evoluciona con el ser humano ha alcanzado altísimos niveles de complejidad. Para algunos es una inteligente combinación de conocimientos científicos, destrezas personales y saberes instrumentalizados; para otros es un arte y una ciencia, es la sabia combinación de saberes experimentales y prácticas algorítmicas integrados en un magma de profundos sentimientos humanos. Esta opción médica fue escogida por Rincón Gutiérrez, la convirtió en vocación y lo llevó a profesionalizarse como médico partero, oficio del que siempre se enorgulleció: “soy partero y Rector”, decía cuando lo imputaban como profesional de la política.

El mejor historiador de Don Pedro no viene del oficio profesional que se forma en las aulas universitarias sino de un médico que almacena un valioso patrimonio documental, cultiva una piedad a la amistad y manifiesta una vocación de servicio a la Universidad, tanto en la construcción institucional como en la reflexión sobre el sentido y la importancia socio-histórica. Les hablo del Dr. Roberto Rondón Morales, quien identifica las fuentes que moldearon un paladín que “llevaba una universidad por dentro”, y dice en uno de sus textos: “En la conformación de su personalidad influyó también su hermano  Gonzalo, humanista, y esculpió su  formación  el Dr. Antonio José Uzcátegui, su maestro durante el ejercicio  como médico  partero en el antiguo Hospital Los Andes y en la Maternidad de Mérida, quien le inculcó la disciplina y la rigurosidad en el trabajo profesional y en la defensa del ambiente”.

La primera escuela política fue la lucha gremial. Venezuela vivía tiempos de gran activación social, el Estado y los partidos políticos incentivaban las organizaciones civiles, como una forma de romper con el modelo autoritario que le antecedió. Gremios, sindicatos, junta de vecinos, organizaciones estudiantiles, cámaras, federaciones y confederaciones de trabajadores y empresarios se constituyeron progresivamente, movilizaron a la población y activaron la política. Mérida es temprana receptora y promotora de este movimiento social, uno de ellos fue la organización gremial de los médicos, dada la concentración de profesionales del área, tanto por ser sede de importantes centros hospitalarios como por tener la segunda universidad del país que formaba la mayor cantidad de médicos. La creación del Colegio que los agrupaba y la construcción de la sede que los reunía, fue la primera acción pública de Don Pedro. Con gran capacidad de convocatoria y con habilidades ejecutivas, construyó una moderna sede gremial, modelo para propagar iniciativas  similares que se extendieron por el país. Esta primera incursión en la conducción de los profesionales de la salud, sirvió de catapulta para ser promovido como la máxima autoridad universitaria comprometida en la transformación universitaria, según las pautas de la naciente democracia venezolana.

Perucho, el universitario

En cada ser humano se combinan los telos que impone la biología, los que propone el contexto familiar y los que cada individuo construye en sus fueros internos. Decía el gran maestro de las letras francesas del siglo XVI, Francois Rabelais, “Trabajad cada uno según su propia vocación”. Este aserto del padre Rabelais  es tomado por Ortega y Gasset, quien reemplaza al concepto de ‘carácter’ por el de ‘vocación’: “Al ser fieles a la vocación somos fieles a nuestra propia vida, y por eso la vocación designa la mismidad y autenticidad de cada ser humano”. Citamos a Ortega porque, según dicen algunos de sus colaboradores más próximos, al Dr. Rincón Gutiérrez nunca faltaba un libro de este filósofo español en su escritorio. Si queremos indagar en la personalidad de Rincón Gutiérrez, aún falta por descubrir el nudo desencadenante que le lleva a dedicar toda su vida a una vieja institución que aún vivía en sus pasillos el fantasma monacal. Un primer acto de compromiso con una institución y con su propia vocación, data de febrero de 1958 y se registra en la historia de la ciudad y la Universidad. El Consejo Universitario designa al Dr. Rincón como Rector encargado y recibe el apoyo del Gobierno, la Iglesia, las organizaciones políticas, empresariales y estudiantiles. En acto público, se compromete con el régimen político que inaugura la democracia y se propone transformar la sociedad venezolana, asumiendo el reto de trabajar en la construcción de una universidad en armonía con los grandes objetivos de la nación: Una Universidad que sea crisol de ciudadanos y matriz fecunda para que germine y aliente la Patria del porvenir; una institución que capacite al hombre venezolano y lo haga útil y necesario en el campo económico, en el político, y en lo social y cultural. Que no continúe formando hom­bres aislados, sabios solitarios, pensadores inadaptados”. Y más adelante agrega, “Luchemos por una política universitaria sana y autónoma dejando la lucha partidista para la asamblea y el mitin, para la plaza y el micrófono, para la página del periódico y el discurso en los parlamentos. Volquemos nuestros esfuerzos hasta lograr una "República de gente que estudia", República del bien, de la tolerancia, de la comprensión y del estudio. La Universidad debe ser el primer taller de­mocrático. Preparemos por tanto nuestras herramientas en busca de la libertad, de la verdad, de la justicia”.

Una vez promulgada la nueva Ley de Universidades el 5 de diciembre de 1958, el claustro universitario integrado por profesores y estudiantes, lo eligen Rector y su gestión se inicia en 1959 hasta 1972. Cuatro años después retorna al cargo en 1976 y luego en 1984. En total, durante 22 años la ULA fue dirigida y gestionada por el Rector Pedro Rincón Gutiérrez

“Luchemos por una política universitaria sana y autónoma dejando la lucha partidista para la asamblea y el mitin, para la plaza y el micrófono, para la página del periódico y el discurso en los parlamentos. Volquemos nuestros esfuerzos hasta lograr una "República de gente que estudia", República del bien, de la tolerancia, de la comprensión y del estudio. La Universidad debe ser el primer taller de­mocrático. Preparemos por tanto nuestras herramientas en busca de la libertad, de la verdad, de la justicia”. Pedro Rincón Gutiérrez

En este largo período podemos descubrir líneas maestras que orientaron la actuación del personaje, en el desarrollo de la Institución universitaria de Mérida. Podemos resumirla de la siguiente manera:

1. En una primera fase, el optimismo y la pasión movilizaron los mejores talentos nacionales, con el fin de construir un sistema político democrático que se empeñara en la búsqueda de soluciones a los grandes problemas de la sociedad venezolana. Muy temprano, esta expectativa empezó a mostrar fisuras. El interés general fue desplazado por intereses partidistas y de algunos sectores económicos, el pacto social se debilitó con la exclusión de organizaciones políticas que  mostraban diferencias en la forma de avanzar en la reorganización institucional del Estado y en la atención a los problemas de las mayorías populares. Estas contradicciones se incluyeron en los debates universitarios, generando una violencia que enrareció el ambiente académico. La política del optimismo democrático se debilitó, los acuerdos de convivencia pacífica se quebraron, la violencia se convierte en instrumento de grupos organizados que quieren generar un cambio, apartando la política. Son días difíciles que requieren de inteligentes negociadores para evitar males mayores. Es en este ambiente donde crece el liderazgo de Rincón Gutiérrez y luego se agiganta, cuando retorna la paz, y comienza una fase constructivista, transformadora de la Universidad y la ciudad.

2. Una segunda fase, que se extiende por una década, estuvo marcada por el empeño del Rector Magnífico en aprovechar las políticas económicas del Estado venezolano. El modelo de la CEPAL proponía una política de industrialización, la creación de un mercado de consumo y una capacidad empleadora para incorporar un mayor número de trabajadores al proceso modernizador. La ULA y la ciudad fueron impactadas con el crecimiento de la industria de la construcción. Son muchos los proyectos arquitectónicos que se concretaron, gracias a los lobbys y las buenas relaciones entre los gobernantes regionales y nacionales.

La universidad venezolana de los años sesenta es producto de la sinergia de factores políticos e intelectuales del país. La crisis de gobierno generado por el derrumbe de una dictadura, la formación de una nueva élite política, la participación de sectores civiles en la conformación de la nueva institucionalidad, y sobre todo, el pacto social que favorece la gobernabilidad del país, constituyen el cuadro socio-político donde se fragua la nueva universidad.

3. La universidad venezolana de los años sesenta es producto de la sinergia de factores políticos e intelectuales del país. La crisis de gobierno generado por el derrumbe de una dictadura, la formación de una nueva élite política, la participación de sectores civiles en la conformación de la nueva institucionalidad, y sobre todo, el pacto social que favorece la gobernabilidad del país, constituyen el cuadro socio-político donde se fragua la nueva universidad. Venezolanos formados en las mejores universidades del mundo occidental aportan sus ideas, convergen en la formulación de nuevos dispositivos jurídicos y debaten sobre los modelos vigentes de las universidades públicas. Podemos nombrar a los Drs. Francisco de Venanzi, Antonio Borjas Romero y Héctor Guigni, rectores de las universidades autónomas, apoyados por el Dr. Edgar Sanabria, miembro de la Junta de Gobierno, son los artífices del nuevo modelo universitario. Autonomía, cogobierno, actualización académica, ampliación de la oferta de carreras para la formación profesional, producir los conocimientos demandados por la nación, articularse con la comunidad mediante servicios asistenciales, culturales y educativos. Son estos los nuevos objetivos institucionales. El Dr. Rincón es un joven Rector de una universidad de provincia, con una gran capacidad para escuchar,  procesar las nuevas ideas, saber acompañarse de talentosos asesores, excelente relacionista público, incentivador de nuevos emprendimientos académicos y un profundo sentimiento humano. Con estas cualidades echa a andar un gran proyecto universitario, son muchos los obstáculos que debe sortear, pero también son muchas las gratificaciones que recibe.

4. Una tercera fase se inicia a finales de los años sesenta. En medio del mayor movimiento de renovación cultural de la sociedad occidental, que activa la protesta juvenil, los movimientos sociales antinucleares y antibélicos, la lucha obrera contra el despotismo fabril, el cuestionamiento contracultural de la sociedad de consumo, el desafío al puritanismo moralizante y la experimentación neocomunitaria, el estallido de una nueva sonoridad musical y el cuestionamiento en las aulas universitarias del modelo magistral y la desactualización cognoscitiva. En Venezuela surge el movimiento de Renovación Académica que sacude a todas las universidades. Son muchos los avances que se logran y muchos los resentimientos que se generan. Algunos excesos dieron pie a que se encresparan los ánimos, la violencia se desbordara y el Gobierno tomara el camino del intervencionismo. El allanamiento de la Universidad Central de Venezuela en 1969 y la Reforma de la Ley de Universidades de 1970 marcan un cambio en el devenir universitario venezolano. En una alocución a los médicos de la promoción “Autonomía Universitaria”, el Rector Magnífico nos dice, con una claridad meridiana, que una mayoría parlamentaria circunstancial aprueba un conjunto de normas para darle paso al control oficial de las universidades autónomas: “Ahora bien, ¿puede una reforma circunstancial, apresurada e inconsulta, de carácter marcadamente político y punitivo, frenar el proceso de renovación iniciado, que, con todas sus imperfecciones y vacilaciones, responde en lo profundo a una crisis general de las estructuras universitarias en el mundo, a un proceso de cuestionamiento de todos los valores cuyo factor desencadenante es la sociedad misma injusta y deshumanizada? Seguramente no, ni siquiera temporalmente. El proceso de transformación de la Universidad proseguirá, dentro de las mayores dificultades. El momento no es de decepción sino de reflexión profunda, de reagrupamiento, de rectificación de errores y búsqueda de objetivos superiores. La Universidad vendrá a ser, con el esfuerzo de todos, realmente popular y democrática”. A pesar de las vicisitudes de violencia política, esta etapa estuvo signada por el predominio de  perspectivas optimistas que se inscribían en el proyecto cepalino de desarrollo hacia adentro o en el proyecto de liberación anti-imperialista. La sociedad volcaba su capacidad por construir un nuevo orden. Esta expectativa duró hasta finales de los años setenta.

5. La cuarta fase corresponde a una Venezuela donde el clima de desencanto, frustración y hasta de impotencia, afecta a los más importantes sectores sociales capaces de provocar los cambios que demanda la sociedad. Las políticas reformistas socialdemócratas y democratacristianas cumplieron un importante papel de modernización hasta finales de los setenta, los elevados ingresos petroleros que se recibieron a partir de 1974, reventaron los sistemas de control público sobre la riqueza petrolera, generando una gigantesca corrupción, que deterioró el sistema político con sus instituciones, las políticas sociales orientadas a dotar de infraestructura y capacitar a los sectores populares para mejorar su calidad de vida, no escaparon de este sarcoma metástico. El aparato productivo pierde su impulso y se escoge el camino de la sobreprotección y la especulación.  

Pedro Rincón Gutiérrez asume nuevamente el Rectorado de la ULA en 1976 por cuatro años y retorna al cargo en 1984. Durante ocho años concentra sus energías en continuar el proyecto renovador iniciado en los sesenta, pero son muchas las dificultades que debe confrontar. De nuevo pone en marcha sus habilidades negociadoras, retoma ideas planteadas durante la Renovación Académica como la Departamentalización para cambiar la estructura de Facultades, Escuela y Cátedras. Las presiones políticas nacionales alteraron los procesos internos de cambio institucional y se impuso un crecimiento general de carácter cuantitativo, que ocupó casi totalidad del tiempo de las autoridades en tareas administrativas y los conflictos derivados de la masificación.

Termino esta aproximación interpretativa de un personaje que debe ser analizado con mayor profundidad. Nos maravilla la multiplicidad de obras ejecutadas, tanto las tangibles como las intangibles, la extraordinaria capacidad para comunicarse con sus semejantes sin discriminaciones jerárquicas, la fortaleza de una ética de servidor público que lo aleja del ambiente sectario, líquido y corroído de la élite política de la democracia petrolera. Que sean las propias palabras del personaje que nos ocupa, las que queden flotando en la conciencia de quienes hoy nos acompañan: Quien renuncia a su profesión para dedicarse totalmente a la tarea universitaria esperanzadora, no tiene pasta humana para la intriga y la maniobra. El juicio que merezca mi actuación al frente de la Universidad se hará a su tiempo, cuando la vista no se enturbie por intereses circunstanciales o por aspiraciones burocrática”.

Agradezco su paciencia


Roberto Chacón

Academia de Mérida

Grupo Miradas Múltiples

Mérida, 25 de mayo, 2023