Este 24 de julio de 2022, a un año del centenario del nacimiento del Dr. Pedro Ángel de Jesús Rincón Gutiérrez, tres veces Rector de la Universidad de Los Andes, un Grupo de Universitarios, entre ellos, los ex rectores Néstor López Rodríguez, Felipe Pachano Rivera, Léster Rodríguez Herrera, y los profesores Luis Sandia Rondón, Jesús Rondón Nucete, Humberto Ruiz Calderón, Nelson Pineda Prada, Amado Moreno Pérez, David Padrón Rivas, Roberto Chacón Chacón, Pedro J Rivas, Giovanna Pérez, Roberto Rondón Morales, Pino Pascuzzi; y Pedro Velásquez decidieron recordar el esplendor de la Universidad de Los Andes,
no como consuelo sino como reto, ante el desmoronamiento intelectual, emocional y humano de esta institución, instaurada con tesón, sacrificio e idearios por más de dos siglos y por gestión de decenas de Rectores, y ahora sometida a la indolencia, al abandono y a la decrepitud desde hace un decenio. Una obra de más de 200 años dedicada a dar vida espiritual, formación intelectual y entrenamiento académico para el adelanto y progreso del mundo, el desarrollo nacional, y para ser una tribuna de reemplazo, una fuerza de recambio para quienes tienen impedido pronunciarse científica o políticamente en otro lugar. La gloria de esta bicentenaria institución ahora está cubierta de hojarascas, monte, goteras, laboratorios y bibliotecas húmedas y deterioradas, salones y pasillos vacíos por migración y por desencanto. La arropa el silencio en parte impuesto por el autoritarismo y la complicidad de sus órganos de gobierno, en su mayoría ilegítimos de origen, sin representatividad ni alternabilidad, que desdibujan la Universidad dentro de la ciudad, y deshacen el nudo que las une.Dr. Roberto Rondón Morales
Esa vieja ciudad, circunscrita entre las Plazas de Milla y Glorias
Patrias soltó amarras en todas las direcciones después de 1958, inicio de su
rectorado, y la Universidad representada en dos pequeños núcleos,
en el centro de la ciudad, y en la Avenida Tulio Febres Cordero,
tomó caminos hacia la Hechicera con el Núcleo Técnico Científico, hacia Liria
con el Núcleo Humanístico Social y Campo de Oro, Núcleo Médico
Biológico, con el HULA y las Facultad de Farmacia, quedando el espacio
para Medicina y Odontología. Tomó libros, ideas y esperanzas y atravesó páramos
para ir al Táchira y Trujillo. Todos estos nuevos espacios se llenaron
con dos Núcleos Universitarios fuera de Mérida, y dentro ella,
Núcleos de Facultades afines, cuatro nuevas Facultades, nueve nuevas
Escuelas, siete Institutos de Investigación, nueve Centros
Interdisciplinarios, como Microscopía Electrónica y Medicina Nuclear,
algunos con acuerdos con instituciones nacionales e internacionales
relacionados con conservación ambiental como el CIDIAT,
observaciones astronómicas y meteorológicas, conservación
de bosques; empresas, explotación agropecuaria.
La preocupación por el bienestar de la familia universitaria se expresó
en zonas residenciales para profesores en Santa María, que incluyó el Núcleo
Botánico Forestal, y Los Caciques; para empleados y obreros en Santa Juana y
residencias estudiantiles; servicios médicos, planes de formación pedagógica
como DIGMA, y postgraduada, años sabáticos y viajes de estudio en
instituciones nacionales e internacionales, con inclusión de
empleados.
La sublimidad del espíritu de la gente fue parte importante de su
actuación haciendo llegar a Mérida a músicos, literatos, artistas de variadas expresiones
visuales, auditivas, cinematográficas, danza, ballet, escultura, la cultura
y extensión, los deportes, actividades teatrales, el guignol
incluido, talleres gráficos, publicaciones, festivales internacionales de
música y congresos sobre derechos humanos.
Se convirtió así la ULA en un instituto de resonancia y de
relaciones con el conocimiento científico, tecnológico artístico, literario,
social del mundo, conectada a centros de prestigioso desarrollo
académico, por formación postgraduada de sus integrantes y por la
atractiva llegada de distinguidos profesores extranjeros.
El maestro de esta obra, hecha por muchos, pero en particular por
el llamado por la gente Perucho, vio al mundo tierra en la
Cañada de Maracaibo el 24 de julio de 1923. Sus padres, Fermín y Vitalia,
atravesaron el Lago de Maracaibo en piragua, y lo hicieron tachirense y
salesiano en su niñez; y su madre viuda, merideño y jesuita, mezcla de
formación religiosa enfocados para dos tipos diferentes de gentes, poseedores y
desposeídos, a quienes aprendió a tratar y distinguir por igual siempre en un
equilibrio que respetó.
Demostró con creces que la autoridad en un hogar de estudiantes no se ejerce mandando, sino sugiriendo y amando, enseñando, es decir, ser la auténtica “autoritas universitaria”.
Inició su actividad universitaria como Profesor de Fisiopatología. Su
comportamiento igualitario lo ejerció en su trabajo en la Maternidad
Mérida con salas generales para madres pobres y silenciosos cuartos privados
para la madres merideñas adineradas, enseñanza y trabajo aprendido y realizado
junto con su maestro universitario, filántropo riguroso y disciplinado conservacionista,
Dr. Antonio José Uzcátegui Burguera, y con lecciones complementadas sobre
asuntos de la igualdad, equidad, justicia de la sociedad por su
hermano Gonzalo, humanista socialista; y prácticas de fraternidad
con sus hermanas Lucila y Yolanda.
Esta equilibrada mezcla de formación religiosa, familiar y
cívica, produjo un engrame en su cerebro del que no salió. Un respeto a la
diversidad a la vez que a la individualidad, la conservación de su
identidad con toda la gente, desde el obrero de traje raído y sucio hasta el
prelado vestido de sedas o el magistrado rodeado de boato, una humildad
que retrataba grandeza, a la vez que fortaleza de convicciones.
Demostró con creces que la autoridad en un hogar de estudiantes no
se ejerce mandando, sino sugiriendo y amando, enseñando, es decir, ser la
auténtica “autoritas universitaria”.
Esta equilibrada mezcla de formación
religiosa, familiar y cívica, produjo un engrame en su cerebro del
que no salió.
Tuvo además una actividad cívica destacada. Fue Presidente del Colegio de Médicos de Mérida. En los períodos inter rectorales, la ciudadanía lo convocó para otras funciones públicas: Concejal en el Municipio Libertador de Mérida, Diputado al Congreso Nacional por el Estado Mérida, Presidencia de la Federación Médica Venezolana, Presidencia de la Fundación para la Atención Médica de los Estudiantes-FAMES, Miembro del Consejo Nacional de Salud y Ministro de Sanidad y Asistencia Social, Embajador de la República de Venezuela durante la Presidencia del Dr. Rafael Caldera. Miembro de Comitivas en Viajes Presidenciales al exterior.
Murió en Mérida, en medio del pesar de
la ciudad, de la Universidad, y en su tradicional humildad. Retratos
y estatua atestiguan su obra.
Pedro Ángel de Jesús Rincón Gutiérrez ante todo fue un hombre común, un
ciudadano con su vida ordinaria, sus alegrías y tristezas. Casó dos
veces con dos proles. Ocasionalmente se encontraba con el dios Baco para
distender los avatares de la vida y unir amistades. Murió en Mérida, en medio
del pesar de la ciudad, de la Universidad, y en su tradicional
humildad. Retratos y estatua atestiguan su obra.
Para recodar esta obra en medio de las presentes calamidades, se decidió
crear en Comité para conmemorar los cien años del nacimiento de este
universitario, ciudadano y hombre, tres veces Rector de la ULA que
seguramente acompaña el clamor de detener un mayor deterioro de esta Obra
Magnífica mantenida incólume por muchos rectores hasta hace un decenio, y
antes que una pesada loza lo entierre todo y desaparezca este legado
llamado Universidad de Los Andes.
Se elaborará un Programa en relación con esta conmemoración.