(Disertación del Dr. Pedro Rincón Gutiérrez
sobre la especie humana y el antagonismo ecológico. Mérida, 5 de diciembre de
1979)
Precisiones
conceptuales ante el problema ambiental.
Rara especie la humana. Susceptible de perfeccionamiento, ha realizado esfuerzos extraordinarios para abandonar la condición animal con la cual fue sumergida en la naturaleza y, sin embargo, no ha logrado aprehender definitivamente entre sus manos su particularidad esencial. Esa que lo hizo distinto a la animal. y que lo proyectó como única en el concierto extraordinario de las especies: su humanidad; esto es, su capacidad para razonar y amar en términos cualitativamente distintos a la de cualquier otro habitante del reino natural.
Rara especie, continúo afirmando, ya que en
el devenir de la historia y de su historia, ha hecho de la contradicción signo
máximo y, buscando la libertad, ha creado, permanentemente, la necesidad
imperiosa. Puede ser que la razón gobierne al mundo, como decían algunos viejos
filósofos; pero el mundo, por esencia, es siempre nuevo en su vida misma y,
como tal, reclama respuestas a los problemas que permanentemente va
presentando, con la rapidez que el paso silencioso del tiempo requiere. Podemos
afirmar que la lechuza de Minerva no ha emprendido todavía su vuelo más alto,
ni ha transitado tampoco el paso completo de la oscuridad a la claridad. En
torno a esta concepción de la verdad, entreguemos también nuestra reflexión
creadora sobre un problema nuevo que afecta y atañe a la naturaleza y al
hombre, al hombre y a la naturaleza. Este surge a consecuencia de múltiples
acciones humanas, solicita múltiples respuestas, y ha dado pie para que nazca
una nueva disciplina, que intenta cimentarse históricamente para entregar un
panorama serio y objetivo sobre la cuestión; me refiero a la Ecología. Partamos
entonces, para intentar estas precisiones conceptuales ante los problemas ambientales,
de una definición de la ciencia ecológica, ya vertida por el grupo de ecología
que se reunió bajo convocatoria del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Tecnológicas, que la define como "ciencia que estudia la
vida a nivel de organización más compleja y total, tanto estructural como
funcional, en el ambiente en el cual está contenida", estudio dentro del
cual se comprende el análisis de las actuaciones recíprocas entre los
componentes del mundo vivo y entre éstos y el mundo no viviente.
No puede haber estudio de la organización
de la vida sin que en ese estudio predomine el estudio de las relaciones
sociales que los hombres tienen entre sí.
De esta definición, que compartimos por lo
genérica, extraemos algunas reflexiones: 1) Ha surgido una nueva disciplina
científica, que tomó por objeto a la vida en el ambiente, y pretende estudiar
esta relación estructural y funcionalmente; 2) No se puede estudiar a la vida
asépticamente. El objeto mismo que define la ecología nos introduce de lleno al
problema concreto del acontecer histórico. 3) Tampoco el ambiente es algo
abstracto. De la definición naturalista de Paint-Hilarie, que hacía del hombre
un homínido, llegamos, por nuestra experiencia, a decir, junto con Vidart, que
el hombre es, además de raro animal, un constructor de economías, un fabricante
de culturas, un programador y realizador de proyectos históricos y también un
ser social por excelencia que ha contraído, con el perfeccionamiento de sus
órganos artificiales -las fuerzas productivas-, distintas y variadas relaciones
que trascienden a la que por su condición primaria tiene con la naturaleza y
que determinan de una u otra manera la interacción que con ella posee. De esta
manera, no puede haber estudio de la organización de la vida sin que en ese
estudio predomine el estudio de las relaciones sociales que los hombres tienen
entre sí.
Esta fue la disquisición que llevó a un
grupo muy representativo de la Universidad de Los Andes a compartir las
siguientes y derivadas afirmaciones, en la ponencia sobre educación,
participación ciudadana y conservación presentada al primer Congreso Venezolano
de la Conservación:
1) Es importante no tratar al hombre, como
tal, en su relación con la naturaleza, sino a través de la formación histórico-social
en la cual vive, generando sistemas
económico-sociales en los cuales existen distinciones entre países avanzados y
países atrasados (con respecto a los avanzados), donde el ambiente de los
países atrasados es afectado por los países avanzados, dado el régimen de
dependencia que los primeros sufren en relación con los segundos.
En nuestro caso concreto, como país
dependiente, hemos visto como el empresario trasnacional se ha volcado contra
las sociedades de los países expoliados y contra la misma naturaleza, conformando
un cuadro de agresión que podemos sintetizar en la contaminación química,
atmosférica, terrestre, marina, de los lagos y los ríos, de los bosques y
paisajes, hasta la contaminación doméstica, que nos afectan y que nos obligan a
reunimos para buscar defensas ante las mismas.
Haciendo hincapié en lo afirmado cuando el
primer congreso venezolano, reiteramos que, dividida en sistemas
económico-políticos antagónicos, la sociedad contemporánea está sometida a
duelo permanente, sobre todo por la conquista y el dominio de los espacios
estratégicos, en que las empresas trasnacionales invierten recursos, usan tecnología
sofisticada, alquilan conciencias. Los diálogos norte-sur y este-oeste, son la
medida del conflicto sobre la posesión de los recursos naturales y sobre las
materias primas. El problema ecológico, como tal, resulta, en estas
condiciones, más bien subsidiario que estructural, aunque no por ello menos
problemático para los países subdesarrollados que poseen riquezas en su suelo y
subsuelo.
En nuestro caso concreto, como país
dependiente, hemos visto como el empresario trasnacional se ha volcado contra
las sociedades de los países expoliados y contra la misma naturaleza,
conformando un cuadro de agresión que podemos sintetizar en la contaminación química,
atmosférica, terrestre, marina, de los lagos y los ríos, de los bosques y
paisajes, hasta la contaminación doméstica, que nos afectan y que nos obligan a
reunimos para buscar defensas ante las mismas.
2)Es importante no subordinar al hombre a la
naturaleza, sino colocarlo en el justo plano de interrelación dialéctica
creadora que ha posibilitado la formación y el desarrollo de la humanidad, con
toda la potencialidad con que hoy se presenta.
Es importante no tener una visión catastrófica del futuro ecológico
de la humanidad. Así como el hombre superó los males que le deparaba la propia
naturaleza, (inundaciones, sequías, sismos, etc.) también superará las que él
mismo está generando a través de relaciones sociales y nacionales injustas,
sobre la propia naturaleza.
3)Es importante no tener una visión catastrófica
del futuro ecológico de la humanidad. Así como el hombre superó los males que
le deparaba la propia naturaleza, (inundaciones, sequías, sismos, etc.) también
superará las que él mismo está generando a través de relaciones sociales y nacionales
injustas, sobre la propia naturaleza.
4)Es importante que se discuta el problema
de la interacción entre la sociedad y la naturaleza, sobre posiciones cónsonas
con el avance social, para no caer en visiones bucólicas que, en última
instancia, alientan el conformismo y generan actitudes marcadamente
conservadoras.
5)Es importante comprender que solo la
soberanía económica de las naciones y la disolución intranacional de las
actuales relaciones sociales pueden dar paso a una visión nueva y adecuada
sobre la relación hombre-naturaleza. Sobre el primer aspecto son responsables
las grandes potencias por las situaciones que han generado entre sí y para con
las naciones dependientes, ya analizadas. En el segundo aspecto, debemos considerar
que actúan sobre la naturaleza, en forma absolutamente consciente y
depredadora, grupos sociales de poder. Y que, por otra parte, están quienes
intervienen la naturaleza con el sólo deseo de subsistir, y por ello no se les puede
acusar igual que a los otros.
6) En lo que hace al tratamiento del
problema ecológico en el sistema capitalista, hay que referirse específicamente
a la cuestión del modo de producción. Como ya magistralmente lo tratará Hans
Magnus Enzensberger, en el libro Una
crítica de la ecología política, éste origina una creciente riqueza social
y simultáneamente una también creciente carencia social. El núcleo de la crisis
ecológica pasa a ser el estado de escasez general, donde la culpable no es la
naturaleza, sino el grupo o la clase de hombres que lo han promovido. Cabe
acotar que en un modo de producción que implica una economía de privilegios es
imposible establecer un reparto equitativo de la escasez. Reiteramos que en
esta fase histórica del sistema capitalista la crisis ecológica la padecen
muchos, pero no quienes la generan.
Cabe acotar que en un modo de producción
que implica una economía de privilegios es imposible establecer un reparto
equitativo de la escasez. Reiteramos que en esta fase histórica del sistema
capitalista la crisis ecológica la padecen muchos, pero no quienes la generan.
7) El problema ecológico es un problema
político. Si aceptamos que el nudo de la crisis está firmemente ligado al modo
de producción, llegamos a la conclusión de que para superar la crisis no basta
con apelar al llamamiento moral para que los poderosos reduzcan su forma de
vida. sino revertir una situación que de por sí se ha tornado insostenible y
amenaza el futuro de la humanidad.
8) El problema ecológico, inmerso en el
político, se ha traducido, para las grandes potencias en un duro golpe a las
expectativas utópicas de conversión del sistema, con la consiguiente
radicalización de las situaciones intra e ínter-nacionales. Por último, porque
lo enunciado es breve, quiero finalizar sentando posición optimista sobre el
futuro de la humanidad. El hombre es un raro animal, pero inteligente al fin, y
saldrá victorioso de esta nueva circunstancia histórica.
Pedro Rincón Gutiérrez
Mérida, 5 de diciembre de 1979