Muy distinguidos
representantes del Gobierno, de la Curia, del Ejército y del pueblo merideño;
Honorables
autoridades universitarias y profesores presentes; jóvenes estudiantes del
Frente Universitario y del Frente Cívico Estudiantil, Señores:
Al encargarme hoy del Rectorado, cumpliendo mi deber ciudadano y el deseo de la mayoría de Profesores y estudiantes, hago votos sinceros porque hoy se inicie una etapa verdaderamente universitaria y porque la conciencia democrática de todos, nos sepa guiar y condicione nuestros pasos hacia metas de humana dignidad, de procedimientos morales y de superación científica. Si así lo hiciéramos, Venezuela tendrá la satisfacción de que sus hijos universitarios no defraudaron sus esperanzas. Si perdemos nuestra misión de ductores y caemos en vicios y flaquezas nocivos a la buena marcha de los destinos nacionales, que el fallo de la Historia nos hunda en el oprobio y nos cubra en el más absoluto olvido.
No es un hombre
quien os habla. Es una voz más de un grupo de profesores universitarios bien
intencionados que ha recogido el clamor estudiantil que aspira a una nueva
Universidad. Nueva en sus miras, nueva en sus procedimientos, nueva en la
valoración de sus hombres. Una Universidad que sea crisol de ciudadanos y
matriz fecunda para que germine y aliente la Patria del porvenir; una
institución que capacite al hombre venezolano y lo haga útil y necesario en el
campo económico, en el político, y en lo social y cultural. Que no continúe
formando hombres aislados, sabios solitarios, pensadores inadaptados.
Venezuela necesita el concurso de todos sus hijos, solidaridad de buenas
intenciones, unidad de pensamiento y acción para lograr conquistas perdurables
y nobles favorables a las mayorías irredentas del país.
Hoy comenzamos una
gran tarea. La región serrana que tanto queremos y más allá, provincias y
pueblos olvidados, nos llevan a encontrarnos con la Nación venezolana, una e
indivisible, en su grandeza y en su miseria, en su soledad esperanzada, en su
insatisfacción de varias centurias. Vamos hacia ella con el corazón en una
mano y el cerebro en la otra. Que la probidad nos ayude y la prudencia mesure
nuestros pasos.
Como Rector
dedicaré a las faenas universitarias mis modestas facultades, todo mi tiempo y
la sinceridad y buena voluntad que felizmente conocéis. Os pido la misma
dedicación; os ruego mejor, profesores y estudiantes lo mejor de vuestro
espíritu y lo más puro de vuestro intelecto para estar a la altura del gran
momento histórico que vive la Nación, que ya se encauza por mejores caminos y
busca derroteros de humana grandeza, de apacible vida, de honesto convivir.
Volquemos
nuestros esfuerzos hasta lograr una "República de gentes que estudia",
República del bien, de la tolerancia, de la comprensión y del estudio. La
Universidad debe ser el primer taller democrático. Preparemos por tanto
nuestras herramientas en busca de la libertad, de la verdad, de la justicia.
Nos toca, pues,
iniciar un movimiento universitario merideño que es ya decir Venezuela de la
montaña donde los principios y las instituciones tengan permanente vigor y
donde las personas, solo seamos incidentes de un engranaje social. Luchemos por
una política universitaria sana y autónoma dejando la lucha partidista para la
asamblea y el mitin, para la plaza y el micrófono, para la página del periódico
y el discurso en los parlamentos. Volquemos nuestros esfuerzos hasta lograr una
"República de gentes que estudia", República del bien, de la
tolerancia, de la comprensión y del estudio. La Universidad debe ser el primer
taller democrático. Preparemos por tanto nuestras herramientas en busca de la
libertad, de la verdad, de la justicia.
Os invito,
compañeros todos, para este encomiable empeño. Iniciemos la marcha. Sin odios,
sin banderías, sin ambiciones personales. Pido a Dios que las pasiones
desbordadas y los intereses mezquinos hagan campo a la serenidad y que la
ecuanimidad y la rectitud de procederes sean una prenda más para vestir al
cuerpo mutilado y casi agónico de la Democracia, que el pueblo venezolano
rescató el 23 de enero, del pantano oprobioso en que quiso sepultarlo un
régimen tiránico.
A trabajar os
invito. Dadme un campo entre vosotros, amigos profesores, amigos estudiantes.