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domingo, 19 de marzo de 2023

Palabras del Dr. Pedro Rincón Gutiérrez cuando asume el cargo de Rector Encargado de la Universidad de Los Andes. Mérida, 1958.

 


Muy distinguidos representantes del Gobierno, de la Curia, del Ejército y del pueblo merideño;

Honorables autoridades universitarias y profesores presentes; jóvenes estudiantes del Frente Universitario y del Frente Cívico Estudiantil, Se­ñores:

Al encargarme hoy del Rectorado, cumpliendo mi deber ciudadano y el deseo de la mayoría de Profesores y estudiantes, hago votos sinceros porque hoy se inicie una etapa verdaderamente universitaria y porque la conciencia democrática de todos, nos sepa guiar y condicione nuestros pasos hacia metas de humana dignidad, de procedimientos morales y de superación científica. Si así lo hiciéramos, Venezuela tendrá la satisfac­ción de que sus hijos universitarios no defraudaron sus esperanzas. Si perdemos nuestra misión de ductores y caemos en vicios y flaquezas nocivos a la buena marcha de los destinos nacionales, que el fallo de la Historia nos hunda en el oprobio y nos cubra en el más absoluto olvido.

No es un hombre quien os habla. Es una voz más de un grupo de profe­sores universitarios bien intencionados que ha recogido el clamor estu­diantil que aspira a una nueva Universidad. Nueva en sus miras, nueva en sus procedimientos, nueva en la valoración de sus hombres. Una Universidad que sea crisol de ciudadanos y matriz fecunda para que germine y aliente la Patria del porvenir; una institución que capacite al hombre venezolano y lo haga útil y necesario en el campo económico, en el político, y en lo social y cultural. Que no continúe formando hom­bres aislados, sabios solitarios, pensadores inadaptados. Venezuela ne­cesita el concurso de todos sus hijos, solidaridad de buenas intenciones, unidad de pensamiento y acción para lograr conquistas perdurables y nobles favorables a las mayorías irredentas del país.

Hoy comenzamos una gran tarea. La región serrana que tanto quere­mos y más allá, provincias y pueblos olvidados, nos llevan a encontrar­nos con la Nación venezolana, una e indivisible, en su grandeza y en su miseria, en su soledad esperanzada, en su insatisfacción de varias cen­turias. Vamos hacia ella con el corazón en una mano y el cerebro en la otra. Que la probidad nos ayude y la prudencia mesure nuestros pasos.

Como Rector dedicaré a las faenas universitarias mis modestas facultades, todo mi tiempo y la sinceridad y buena voluntad que felizmente conocéis. Os pido la misma dedicación; os ruego mejor, profeso­res y estudiantes lo mejor de vuestro espíritu y lo más puro de vuestro intelecto para estar a la altura del gran momento histórico que vive la Nación, que ya se encauza por mejores caminos y busca derroteros de humana grandeza, de apacible vida, de honesto convivir.

Volquemos nuestros esfuerzos hasta lograr una "República de gentes que estudia", República del bien, de la tolerancia, de la comprensión y del estudio. La Universidad debe ser el primer taller de­mocrático. Preparemos por tanto nuestras herramientas en busca de la libertad, de la verdad, de la justicia.

Nos toca, pues, iniciar un movimiento universitario merideño que es ya decir Venezuela de la montaña donde los principios y las instituciones tengan permanente vigor y donde las personas, solo seamos incidentes de un engranaje social. Luchemos por una política universitaria sana y autónoma dejando la lucha partidista para la asamblea y el mitin, para la plaza y el micrófono, para la página del periódico y el discurso en los parlamentos. Volquemos nuestros esfuerzos hasta lograr una "República de gentes que estudia", República del bien, de la tolerancia, de la comprensión y del estudio. La Universidad debe ser el primer taller de­mocrático. Preparemos por tanto nuestras herramientas en busca de la libertad, de la verdad, de la justicia.

Os invito, compañeros todos, para este encomiable empeño. Iniciemos la marcha. Sin odios, sin banderías, sin ambiciones personales. Pido a Dios que las pasiones desbordadas y los intereses mezquinos hagan campo a la serenidad y que la ecuanimidad y la rectitud de procederes sean una prenda más para vestir al cuerpo mutilado y casi agónico de la Demo­cracia, que el pueblo venezolano rescató el 23 de enero, del pantano oprobioso en que quiso sepultarlo un régimen tiránico.

A trabajar os invito. Dadme un campo entre vosotros, amigos profesores, amigos estudiantes.