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domingo, 19 de marzo de 2023

Acto académico con motivo de celebrarse los 182 años de la creación de la Universidad de Los Andes – Dr. Pedro Rincón Gutiérrez

Palabras del Dr. Pedro Rincón Gutiérrez, Rector de la Universidad de Los Andes, en el acto académico con motivo de celebrarse los 182 años de la creación de la Casa de Estudios que dio origen a la Universidad de Los Andes. Mérida, 31 de marzo de 1967.

Como todos los años, nos congregarnos esta vez a la sombra de los que bajo la égida del Arzobispo Lora levantaron esta Universidad sobre cimientos firmes. Ciento ochenta y dos años han venido enriqueciendo el espíritu de la Universidad de Los Andes, fortaleciéndola con la experiencias de éxitos y contratiempos alternados, de los naturales altibajos a que están sujetas todas las obras del hombre, por perfectas que sean. Y es que una Universidad nunca acaba de hacerse, de concluir, de perfeccionarse; lograr esa meta es aproximarse indefectiblemente a la decadencia; apartarse de ese camino es, por otra parte, condenarla al fracaso en vida. Sigue pues, la Universidad de Los Andes, en lucha para lograr el vigor necesario a plenitud, tal como fue en el pasado, tal como lo es en el presente, tal como lo será en el porvenir.

Y es que una Universidad nunca acaba de hacerse, de concluir, de perfeccionarse; lograr esa meta es aproximarse indefectiblemente a la decadencia; apartarse de ese camino es, por otra parte, condenarla al fracaso en vida. Sigue pues, la Universidad de Los Andes, en lucha para lograr el vigor necesario a plenitud, tal como fue en el pasado, tal como lo es en el presente, tal como lo será en el porvenir.

Para ese desarrollo, la Universidad necesita ponerse a nivel, a tono con el progreso de estos tiempos. No puede ceñirse al traje del siglo pasado, sino que debe, siempre con austeridad, devolverse con naturalidad propia del siglo veinte. Y para ello debe adecuar su funcionamiento interno de tal manera que se facilite el pleno desarrollo de su organismo. En ese sentido es indispensable agilizar sus departamentos, darles vida nueva a través de la correcta coordinación de cátedras afines, es fundamental integrar sus servicios, para evitar así la duplicación innecesaria de trabajo y de costos, factores hoy de capital importancia, es básico revisar convenientemente el tradicional sistema educativo de años lectivos, e introducir las necesarias reformas por el sistema de semestres o de créditos; es imprescindible poner en marcha los cursos de post-grado, para así culminar realmente las carreras universitarias; quisiera insistir, aunque sea rápidamente en este punto, pues con los continuos y diarios avances que se realizan hoy día en todos los campos científicos, la Universidad debe obligarse a remozar la formación de sus egresados; es fundamental, por último, ampliar y profundizar la esfera de las investigaciones; nunca será bastante insistir en que una universidad se detiene y paraliza si sólo se concreta a las rutinarias tareas docentes, en las que el profesor habla y el estudiante escucha y olvida; el concepto de la investigación debe penetrar definitivamente el espíritu universitario, hacerse conciencia en profesores y estudiantes, tornarse raíz viva y nutricia del espíritu y razón de ser de nuestra casa de estudios. Pero para lograr a cabalidad estos propósitos, que son tarea común, nada mejor que el camino de la autonomía; sólo ella nos da la necesaria y conveniente libertad para realizar en estas tierras la noble misión, la fecunda misión de contribuir con eficacia al bienestar del hombre, al bienestar del pueblo, al bienestar de Venezuela, de allí que estemos empeñados en la dura batalla de defender la actual Ley de Universidades, que, aún con sus defectos, es instrumento que permite echar adelante estas casas rectoras del saber. Hoy recordamos con orgullo el glorioso pasado de nuestra Casa de Estudios; dicho legado debe ser fuente de renovadas energías para que el esfuerzo común de profesores, alumnos y empleados construya luminoso porvenir al ler. Centro de Cultura y Ciencia del Occidente del País.

Nunca será bastante insistir en que una universidad se detiene y paraliza si sólo se concreta a las rutinarias tareas docentes, en las que el profesor habla y el estudiante escucha y olvida; el concepto de la investigación debe penetrar definitivamente el espíritu universitario, hacerse conciencia en profesores y estudiantes, tornarse raíz viva y nutricia del espíritu y razón de ser de nuestra casa de estudios.

Ese es el serio compromiso de las presentes generaciones universitarias, las que "por medio de transformaciones audaces, profundamente innovadoras y urgentes" -cito palabras sabias de Pablo VI en su última encíclica -Populorum Progressio- harán más dinámico el organismo universitario, adaptándolo a la cambiante realidad de una sociedad conmovida por el avance tecnológico y ansiosa de metas de verdadera justicia social y del más auténtico humanismo.

En los pueblos afligidos del Tercer Mundo, las Universidades deben acometer con audacia y sin timidez, importantes tareas que les corresponden a la gran empresa del desarrollo, empresa inaplazable para países que como los nuestros están rezagados en la marcha de la historia. Llegó la hora de la Universidad del desarrollo. Como factores fundamentales que deben apuntalar la renovación de la estructura académica, citaremos entre otros la creación de los grandes departamentos que deben estar al servicio de la Universidad y no de las facultades en particular; la intensificación de la enseñanza práctica, de los Seminarios y la utilización constante de modernos medios audiovisuales; la participación activa del alumnado en el aprendizaje y la total transformación de los métodos de evaluación del rendimiento escolar.

En los pueblos afligidos del Tercer Mundo, las Universidades deben acometer con audacia y sin timidez, importantes tareas que les corresponden a la gran empresa del desarrollo, empresa inaplazable para países que como los nuestros están rezagados en la marcha de la historia. Llegó la hora de la Universidad del desarrollo

Primerísima importancia deberán conferir nuestras Universidades a la investigación, único camino de mantener fresca, original y dinámica la propia labor docente. Es por ello que el Consejo Universitario de ULA ha seguido con el mayor interés los primeros pasos con resultados satisfactorios que ha dado el Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico, organismo fundamental en la básica labor de promover y coordinar las tareas de investigación. Dotarlo de presupuesto adecuado, en vista de los planes que aspira realizar, es seria preocupación nuestra.

En este mismo derrotero cabe destacar la creación del Centro de Jurisprudencia, organismo que ya apunta hacia interesantes objetivos en los varios campos de la Ciencias Jurídicas, y que debe orientar su misión creadora al estudio de temas palpitantes en torno a la interpretación del Derecho y a los efectos de la aplicación de las leyes en actividades fundamentales de la sociedad en que vivimos.

Otro paso de gran trascendencia que nos satisface por sus promisorias proyecciones es la creación del Centro de Ciencias, semilla de la Facultad de Ciencias, que habrá de nacer en el futuro inmediato. No se concibe una Universidad moderna -que responda las exigencias del mundo actual- sin una Facultad de Ciencias. El establecimiento de estos estudios determinará cambios substanciales, provechosos y necesarios en la estructura global de la Universidad. Su papel será decisivo en el logro de importantes metas que interesan al país, la región y la Universidad.

a) En la integración de cátedras aisladas, dispersas en varias Facultades, en los grandes Departamentos de Matemáticas, Física, Química y Biología. En estos se concentraran esfuerzos y se sumaran voluntades, lo que dará como resultado el que la enseñanza impartida lo será en forma coordinada y armónica, amén de un vigoroso impulso a las tareas de investigación.

En dichos Departamentos se formarán los matemáticos, físicos, químicos y biólogos que el país reclama, cada vez en mayor número, para acometer las grandes empresas que exigen el cambio social y el desarrollo económico; allí, se impartirá enseñanza a estudiantes de varias Facultades -ingenieros, forestales, médicos, farmacéuticos, odontólogos, economistas, pedagogos -en cuya formación es indispensable el aprendizaje de varias disciplinas científicas; en fin, en dicho centro se formarán los profesores de ciencias, cuyo número es exiguo, no sólo en el sector universitario, sino también y de modo alarmante en la educación secundaria.

c) En la formación de núcleo de científicos e investigadores, objetivo trascendental universitario y primerísima meta de las naciones en busca de su desarrollo.

d) En la aceleración del proceso de desarrollo económico-social, pues, existe una relación muy estrecha, entre el grado de industrialización y el nivel del potencial científico y técnico nacional.

e) En el estudio y ejecución de técnicas para la evolución y aprovechamiento de los Recursos Naturales Renovables, pues es decisivo el papel de la ciencia en la conservación y aprovechamiento racional de estos recursos.

En estos propósitos de integración no desmayará el Consejo Universitario y se cuenta para ello con el más amplio apoyo de las propias Facultades. Ya se está superando entre nosotros el concepto de las Facultades aisladas y cerradas que daban al ente universitario la fisonomía de un archipiélago. Decisiones importantes se tomaron recientemente para integrar servicios de enseñanza e investigación en áreas comunes a las Escuelas que imparten disciplinas médicas, como también en las Ciencias Sociales y Jurídicas, allí donde convergen los planes de estudio de Economía, Derecho y Humanidades. Dentro de esta misma conducta, es conveniente señalar que la enseñanza de los idiomas se ha ido encomendando -como es lógico- al Departamento de Idiomas de la Facultad de Humanidades que cuenta con personal especializado y equipo adecuado para el aprendizaje de las lenguas modernas. Aún queda mucho por hacer, pero los logros iniciales son presagio de fructíferas realizaciones en este propósito de aprovechar al máximo los recursos humanos y técnicos disponibles, de alcanzar un mayor rendimiento de los servicios académicos y dar sólida y armoniosa estructura a lo que por su propia naturaleza debe ser un organismo coherente y unitario.

Otro rumbo seguido en este empeño de remozar nuestra Universidad es la apertura de nuevas posibilidades de estucho, más acordes con las necesidades del País, tal es la finalidad de la creación de la Escuela de Empresas y del Centro de Estudios Superiores de Enfermería. El primero de estos nuevos planteles instaura la novedosa alternativa de un primer ciclo para formar profesionales medios; ya era hora que la Universidad se ocupara de esta labor formativa a nivel de las carreras intermedias, experiencia que se ha considerado como altamente favorable en los países de avanzado desarrollo.

Ya se está superando entre nosotros el concepto de las Facultades aisladas y cerradas que daban al ente universitario la fisonomía de un archipiélago. Decisiones importantes se tomaron recientemente para integrar servicios de enseñanza e investigación en áreas comunes a las Escuelas que imparten disciplinas médicas, como también en las Ciencias Sociales y Jurídicas, allí donde convergen los planes de estudio de Economía, Derecho y Humanidades

Hoy nos congregamos, en esta fecha aniversaria de la Universidad de Los Andes, para rendir el merecido homenaje del diploma y la condecoración a un grupo nutrido de profesores con largos años de servicios; no es el mérito de la antigüedad, como afirmaba alguien con cierta suspicacia, sino la persistencia de una vocación, de una entrega a la universidad, de una dedicación constante, en muchísimos casos con verdaderos sacrificios personales, pues es sabido que dentro del mundo actual las empresas privadas, monetariamente bien respaldadas, ofrecen incentivos económicos mucho mayores a los distintos profesionales. Vaya pues, a ellos, en nombre de la Universidad, las más sinceras gracias por lo que le han dado a la juventud de la patria. En nombre de los profesores galardonados hablará el historiador, Dr. Pedro Tablante Garrido, con quien me unen lazos de amistad y de estrecha colaboración en el trabajo diario.

Y. como todos los años, haré entrega del premio a un empleado ejemplar, pues también ellos son fundamental soporte del edificio universitario; esta vez le corresponde a Ornar Calderón, de los Talleres Gráficos, hombre que por largos años se ha encargado de encuadernar y remozar libros con tanta eficacia y cariño que ya tiene un buen ganado prestigio en su especialidad. Buena parte de nuestras bibliotecas se ha salvado del rigor del tiempo, de la humanidad y de la polilla por obra y gracia del empleado cuyos méritos hoy reconocemos aquí en forma pública.

Queden aquí estas palabra, de fecha aniversaria, y deseémosle todos a la Universidad de Los Andes, igual que en acontecimientos similares de la vida diaria, larga, noble, útil y perdurable vida.