Palabras
del Dr. Pedro Rincón Gutiérrez, Rector de la Universidad de Los Andes, en el
acto académico con motivo de celebrarse los 182 años de la creación de la Casa
de Estudios que dio origen a la Universidad de Los Andes. Mérida, 31 de marzo
de 1967.
Como todos los años, nos congregarnos esta vez a la sombra de los que bajo la égida del Arzobispo Lora levantaron esta Universidad sobre cimientos firmes. Ciento ochenta y dos años han venido enriqueciendo el espíritu de la Universidad de Los Andes, fortaleciéndola con la experiencias de éxitos y contratiempos alternados, de los naturales altibajos a que están sujetas todas las obras del hombre, por perfectas que sean. Y es que una Universidad nunca acaba de hacerse, de concluir, de perfeccionarse; lograr esa meta es aproximarse indefectiblemente a la decadencia; apartarse de ese camino es, por otra parte, condenarla al fracaso en vida. Sigue pues, la Universidad de Los Andes, en lucha para lograr el vigor necesario a plenitud, tal como fue en el pasado, tal como lo es en el presente, tal como lo será en el porvenir.
Y es que una Universidad nunca acaba de hacerse, de concluir, de perfeccionarse; lograr esa meta es aproximarse indefectiblemente a la decadencia; apartarse de ese camino es, por otra parte, condenarla al fracaso en vida. Sigue pues, la Universidad de Los Andes, en lucha para lograr el vigor necesario a plenitud, tal como fue en el pasado, tal como lo es en el presente, tal como lo será en el porvenir.
Para ese desarrollo, la Universidad necesita
ponerse a nivel, a tono con el progreso de estos tiempos. No puede ceñirse al
traje del siglo pasado, sino que debe, siempre con austeridad, devolverse con
naturalidad propia del siglo veinte. Y para ello debe adecuar su funcionamiento
interno de tal manera que se facilite el pleno desarrollo de su organismo. En
ese sentido es indispensable agilizar sus departamentos, darles vida nueva a
través de la correcta coordinación de cátedras afines, es fundamental integrar
sus servicios, para evitar así la duplicación innecesaria de trabajo y de
costos, factores hoy de capital importancia, es básico revisar convenientemente
el tradicional sistema educativo de años lectivos, e introducir las necesarias
reformas por el sistema de semestres o de créditos; es imprescindible poner en
marcha los cursos de post-grado, para así culminar realmente las carreras
universitarias; quisiera insistir, aunque sea rápidamente en este punto, pues
con los continuos y diarios avances que se realizan hoy día en todos los campos
científicos, la Universidad debe obligarse a remozar la formación de sus
egresados; es fundamental, por último, ampliar y profundizar la esfera de las
investigaciones; nunca será bastante insistir en que una universidad se detiene
y paraliza si sólo se concreta a las rutinarias tareas docentes, en las que el
profesor habla y el estudiante escucha y olvida; el concepto de la investigación
debe penetrar definitivamente el espíritu universitario, hacerse conciencia en
profesores y estudiantes, tornarse raíz viva y nutricia del espíritu y razón de
ser de nuestra casa de estudios. Pero para lograr a cabalidad estos propósitos,
que son tarea común, nada mejor que el camino de la autonomía; sólo ella nos da
la necesaria y conveniente libertad para realizar en estas tierras la noble
misión, la fecunda misión de contribuir con eficacia al bienestar del hombre,
al bienestar del pueblo, al bienestar de Venezuela, de allí que estemos
empeñados en la dura batalla de defender la actual Ley de Universidades, que,
aún con sus defectos, es instrumento que permite echar adelante estas casas
rectoras del saber. Hoy recordamos con orgullo el glorioso pasado de nuestra
Casa de Estudios; dicho legado debe ser fuente de renovadas energías para que
el esfuerzo común de profesores, alumnos y empleados construya luminoso
porvenir al ler. Centro de Cultura y Ciencia del Occidente del País.
Nunca será bastante insistir en que una
universidad se detiene y paraliza si sólo se concreta a las rutinarias tareas
docentes, en las que el profesor habla y el estudiante escucha y olvida; el
concepto de la investigación debe penetrar definitivamente el espíritu universitario,
hacerse conciencia en profesores y estudiantes, tornarse raíz viva y nutricia
del espíritu y razón de ser de nuestra casa de estudios.
Ese es el serio compromiso de las presentes
generaciones universitarias, las que "por medio de transformaciones
audaces, profundamente innovadoras y urgentes" -cito palabras sabias de
Pablo VI en su última encíclica -Populorum
Progressio- harán más dinámico el organismo universitario, adaptándolo a la
cambiante realidad de una sociedad conmovida por el avance tecnológico y
ansiosa de metas de verdadera justicia social y del más auténtico humanismo.
En los pueblos afligidos del Tercer Mundo,
las Universidades deben acometer con audacia y sin timidez, importantes tareas
que les corresponden a la gran empresa del desarrollo, empresa inaplazable para
países que como los nuestros están rezagados en la marcha de la historia. Llegó
la hora de la Universidad del desarrollo. Como factores fundamentales que deben
apuntalar la renovación de la estructura académica, citaremos entre otros la
creación de los grandes departamentos que deben estar al servicio de la
Universidad y no de las facultades en particular; la intensificación de la
enseñanza práctica, de los Seminarios y la utilización constante de modernos
medios audiovisuales; la participación activa del alumnado en el aprendizaje y
la total transformación de los métodos de evaluación del rendimiento escolar.
En los pueblos afligidos del Tercer Mundo,
las Universidades deben acometer con audacia y sin timidez, importantes tareas
que les corresponden a la gran empresa del desarrollo, empresa inaplazable para
países que como los nuestros están rezagados en la marcha de la historia. Llegó
la hora de la Universidad del desarrollo
Primerísima importancia deberán conferir
nuestras Universidades a la investigación, único camino de mantener fresca, original
y dinámica la propia labor docente. Es por ello que el Consejo Universitario de
ULA ha seguido con el mayor interés los primeros pasos con resultados
satisfactorios que ha dado el Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico,
organismo fundamental en la básica labor de promover y coordinar las tareas de
investigación. Dotarlo de presupuesto adecuado, en vista de los planes que
aspira realizar, es seria preocupación nuestra.
En este mismo derrotero cabe destacar la
creación del Centro de Jurisprudencia, organismo que ya apunta hacia
interesantes objetivos en los varios campos de la Ciencias Jurídicas, y que
debe orientar su misión creadora al estudio de temas palpitantes en torno a la
interpretación del Derecho y a los efectos de la aplicación de las leyes en
actividades fundamentales de la sociedad en que vivimos.
Otro paso de gran trascendencia que nos
satisface por sus promisorias proyecciones es la creación del Centro de Ciencias,
semilla de la Facultad de Ciencias, que habrá de nacer en el futuro inmediato.
No se concibe una Universidad moderna -que responda las exigencias del mundo
actual- sin una Facultad de Ciencias. El establecimiento de estos estudios
determinará cambios substanciales, provechosos y necesarios en la estructura
global de la Universidad. Su papel será decisivo en el logro de importantes
metas que interesan al país, la región y la Universidad.
a) En la integración de cátedras aisladas,
dispersas en varias Facultades, en los grandes Departamentos de Matemáticas,
Física, Química y Biología. En estos se concentraran esfuerzos y se sumaran
voluntades, lo que dará como resultado el que la enseñanza impartida lo será en
forma coordinada y armónica, amén de un vigoroso impulso a las tareas de
investigación.
En dichos Departamentos se formarán los
matemáticos, físicos, químicos y biólogos que el país reclama, cada vez en
mayor número, para acometer las grandes empresas que exigen el cambio social y
el desarrollo económico; allí, se impartirá enseñanza a estudiantes de varias
Facultades -ingenieros, forestales, médicos, farmacéuticos, odontólogos,
economistas, pedagogos -en cuya formación es indispensable el aprendizaje de
varias disciplinas científicas; en fin, en dicho centro se formarán los
profesores de ciencias, cuyo número es exiguo, no sólo en el sector
universitario, sino también y de modo alarmante en la educación secundaria.
c) En la formación de núcleo de científicos
e investigadores, objetivo trascendental universitario y primerísima meta de
las naciones en busca de su desarrollo.
d) En la aceleración del proceso de desarrollo
económico-social, pues, existe una relación muy estrecha, entre el grado de
industrialización y el nivel del potencial científico y técnico nacional.
e) En el estudio y ejecución de técnicas
para la evolución y aprovechamiento de los Recursos Naturales Renovables, pues
es decisivo el papel de la ciencia en la conservación y aprovechamiento
racional de estos recursos.
En estos propósitos de integración no desmayará
el Consejo Universitario y se cuenta para ello con el más amplio apoyo de las
propias Facultades. Ya se está superando entre nosotros el concepto de las
Facultades aisladas y cerradas que daban al ente universitario la fisonomía de
un archipiélago. Decisiones importantes se tomaron recientemente para integrar
servicios de enseñanza e investigación en áreas comunes a las Escuelas que
imparten disciplinas médicas, como también en las Ciencias Sociales y Jurídicas,
allí donde convergen los planes de estudio de Economía, Derecho y Humanidades.
Dentro de esta misma conducta, es conveniente señalar que la enseñanza de los
idiomas se ha ido encomendando -como es lógico- al Departamento de Idiomas de
la Facultad de Humanidades que cuenta con personal especializado y equipo adecuado
para el aprendizaje de las lenguas modernas. Aún queda mucho por hacer, pero
los logros iniciales son presagio de fructíferas realizaciones en este
propósito de aprovechar al máximo los recursos humanos y técnicos disponibles,
de alcanzar un mayor rendimiento de los servicios académicos y dar sólida y
armoniosa estructura a lo que por su propia naturaleza debe ser un organismo
coherente y unitario.
Otro rumbo seguido en este empeño de remozar
nuestra Universidad es la apertura de nuevas posibilidades de estucho, más
acordes con las necesidades del País, tal es la finalidad de la creación de la
Escuela de Empresas y del Centro de Estudios Superiores de Enfermería. El
primero de estos nuevos planteles instaura la novedosa alternativa de un primer
ciclo para formar profesionales medios; ya era hora que la Universidad se
ocupara de esta labor formativa a nivel de las carreras intermedias,
experiencia que se ha considerado como altamente favorable en los países de
avanzado desarrollo.
Ya se está superando entre nosotros el
concepto de las Facultades aisladas y cerradas que daban al ente universitario
la fisonomía de un archipiélago. Decisiones importantes se tomaron
recientemente para integrar servicios de enseñanza e investigación en áreas
comunes a las Escuelas que imparten disciplinas médicas, como también en las
Ciencias Sociales y Jurídicas, allí donde convergen los planes de estudio de
Economía, Derecho y Humanidades
Hoy nos congregamos, en esta fecha
aniversaria de la Universidad de Los Andes, para rendir el merecido homenaje
del diploma y la condecoración a un grupo nutrido de profesores con largos años
de servicios; no es el mérito de la antigüedad, como afirmaba alguien con
cierta suspicacia, sino la persistencia de una vocación, de una entrega a la
universidad, de una dedicación constante, en muchísimos casos con verdaderos
sacrificios personales, pues es sabido que dentro del mundo actual las empresas
privadas, monetariamente bien respaldadas, ofrecen incentivos económicos mucho
mayores a los distintos profesionales. Vaya pues, a ellos, en nombre de la
Universidad, las más sinceras gracias por lo que le han dado a la juventud de
la patria. En nombre de los profesores galardonados hablará el historiador, Dr.
Pedro Tablante Garrido, con quien me unen lazos de amistad y de estrecha
colaboración en el trabajo diario.
Y. como todos los años, haré entrega del
premio a un empleado ejemplar, pues también ellos son fundamental soporte del
edificio universitario; esta vez le corresponde a Ornar Calderón, de los
Talleres Gráficos, hombre que por largos años se ha encargado de encuadernar y
remozar libros con tanta eficacia y cariño que ya tiene un buen ganado
prestigio en su especialidad. Buena parte de nuestras bibliotecas se ha salvado
del rigor del tiempo, de la humanidad y de la polilla por obra y gracia del
empleado cuyos méritos hoy reconocemos aquí en forma pública.
Queden aquí estas palabra, de fecha
aniversaria, y deseémosle todos a la Universidad de Los Andes, igual que en
acontecimientos similares de la vida diaria, larga, noble, útil y perdurable
vida.