(Discurso Pronunciado por el Dr. Pedro Rincón
Gutiérrez, Rector de la Universidad de Los Andes sobre la conservación del ambiente y los recursos naturales renovables
el marco de la clausura del Segundo Curso dictado en el Centro Interamericano
de Desarrollo Integral de Aguas y Tierras – CIDIAT. 5 de abril de 1977)
Tengo hoy nuevamente la alta satisfacción de clausurar otro curso dictado en el CIDIAT sobre la conservación del ambiente y los recursos naturales renovables.
Nos demuestran hechos
como éste confirman que progresivamente vamos desarrollando una toma de
conciencia apropiada sobre algo que se ha convertido en prioridad nacional,
como es el mantenimiento del equilibrio ecológico en un país que contempla
impotente la sangría de su subsuelo y el irresponsable desaprovechamiento del
aspecto exterior de su naturaleza.
La Universidad de Los Andes, institución
conservacionista por excelencia y poseedora de una de las Facultades de
Ciencias Forestales más prestigiadas de América Latina, se ha preocupado desde
hace mucho tiempo en el asunto, llegando incluso a auspiciar la creación de
organismos como el CIDIAT, aplicados por entero al estudio científico de la
resolución de los problemas inherentes a la conservación del ambiente. Bien
sabemos nosotros que el uso inteligente de los recursos naturales significa la
elevación del nivel de vida de nuestro pueblo y de nada valen los progresos en
los más variados campos de la vida nacional, si no logramos preservar el
invaluable patrimonio ecológico.
Pero de nada valen
las intenciones o las tomas de conciencia individuales en un país agobiado por
intereses económicos poderosos, centrados en la destrucción de lo más preciado
de sus recursos. Los venezolanos necesitamos la cooperación sin reticencias de todas
las instituciones que tienen como obligación el velar por la seguridad
nacional. Por eso, presenciamos complacidos como el CIDIAT y el Ministerio del
Ambiente y los Recursos Naturales Renovables estrechan cada vez más firmes lazos
de solidaridad, propiciando de esta forma la mejor preparación del personal que debe
entenderse con la siembra de conciencia conservacionista mediante la adopción
de medidas eficaces, lo que nos llevará a voltear esta triste página de la
historia de nuestro | recursos agredidos y amenazados.
Nos demuestran
hechos como éste confirman que progresivamente vamos desarrollando una toma de
conciencia apropiada sobre algo que se ha convertido en prioridad nacional,
como es el mantenimiento del equilibrio ecológico en un país que contempla
impotente la sangría de su subsuelo y el irresponsable desaprovechamiento del
aspecto exterior de su naturaleza.
Nosotros, los
que vemos con alarma adefesios de cemento reemplazando parques, gases tóxicos
simulando oxígeno, voraces llamas sustituyendo bosques y áridos senderos allí
donde corrían ríos, confiamos en ustedes para invertir esta infortunada
situación en pro de nuestra geografía, de nuestros hombres y de nuestra
historia, quienes reclaman ya el paso a un destino mejor.
Finalmente, quiero
manifestarles una acotación que entiendo puede señalarse como preocupación
general de nuestros compatriotas hacia ese nuevo organismo encargado de velar
por la conservación de lo que debe ser nuestro patrimonio permanente, me
refiero al Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales Renovables. Si
bien es cierto que existe una gran esperanza en la eficacia de este
recientemente creado Ministerio, es bueno tener en cuenta que es larga la
historia de nacimiento y muerte de instituciones afines, y ello se ha debido no
a que las mismas desconocieran los objetivos para evitar la destrucción de la
naturaleza, sino al incumpliendo de la instrumentación establecida para
concretarlas. Nosotros, los que vemos con alarma adefesios de cemento
reemplazando parques, gases tóxicos simulando oxígeno, voraces llamas
sustituyendo bosques y áridos senderos allí donde corrían ríos, confiamos en
ustedes para invertir esta infortunada situación en pro de nuestra geografía,
de nuestros hombres y de nuestra historia, quienes reclaman ya el paso a un
destino mejor.
Señores
Mérida, 5 de abril
de 1977.