(Esta ponencia fue presentada en el Cuarto foro: UNA VISIÓN INTEGRAL DE LA OBRA DE PEDRO RINCÓN GUTIÉREZ: LA PLANIFICACIÓN ACADÉMICA, FÍSICA Y PRESUPUESTARIA, realizado en la Academia de Mérida y organizado por el Grupo Miradas Múltiples, el día 27 de abril 2023)
Iniciaré estas consideraciones con un agradecimiento especial a los Profs. Pedro Rivas y David Padrón, quienes me invitaron a participar en este honroso acto para enaltecer la figura del Dr. Pedro Rincón Gutiérrez, así como a la gentil audiencia presente. Es un verdadero privilegio hablar sobre su relación con la Universidad y Mérida, elementos fundamentales en el desarrollo personal y profesional de muchos, incluyéndome.
La ciudad de Mérida evolucionó a lo largo
del siglo XX, siendo su traza y edificaciones dependientes de las condiciones
geográficas. Su situación en un valle de difícil acceso y de restringida
morfología, ha influido en su desarrollo urbano. A principios del siglo pasado,
la ciudad estaba delimitada entre las Plazas de Milla y Glorias Patrias, entre
las riberas del río Milla por su margen oeste y por el este el profundo talud
del río Chama. Conformada por cuatro parroquias: Sagrario, Milla, Belén y El
Llano. La Universidad, actor fundamental en esta transformación hace visible
estos cambios. Bajo la dirección del arquitecto e ingeniero Luis Eduardo
Chataing, se construyó Edificio para la Universidad, inaugurado por el General
Eleazar López Contreras, presidente de la República, en marzo de 1937. De
estructura innovadora para la época, contiene la biblioteca en un salón de
gala, aulas espaciosas, despachos para las Autoridades y el Paraninfo. La
Iglesia, a través del arzobispo Acacio Chacón, Junto al Dr. Joaquín Mármol
Luzardo, rector de la época, y el Gobierno Regional dirigido por Vicente
Tálamo, asumen un proceso de renovación y modernización de la Ciudad y de la Universidad.
Se concluyeron los edificios de la Facultad de Medicina, Ingeniería y ciencias
forestales y la Residencia estudiantil en las inmediaciones de la Av. Tulio
Febres Cordero, edificaciones con respuestas funcionalistas, de líneas puras,
dan cabida al diálogo entre el espacio interior y el exterior, respetando el
importante eje vial. La presencia de Edificaciones notables, como el Colegio
Inmaculada Concepción, el Colegio San José de los Jesuitas, el Colegio Madre
Mazzarello, el Hospital de los Andes y el Reformatorio de Menores para Varones
(hoy sede de la Policía del Estado Mérida) entre otras Las escuelas estatales
Vicente Dávila, Rafael Godoy y el Liceo Libertador construidos según los planes
especiales del gobierno central, son pasos hacia la modernidad en la ciudad. La
Plaza Glorias Patrias y algunas iglesias como El Llano y El Espejo, En el área
de la salud entre 1946 y 1951, Mérida cuenta con un sistema constituido por el
Hospital Los Andes, la Maternidad, el Hospitalito de Niños y el Sanatorio Antituberculoso.
Con diversos rasgos de corrientes historicistas en el campo de la arquitectura,
son estructuras también de gran significado. La impronta del Arq. Luiggi
Bosetti y la distintiva obra del arquitecto Manuel Mujica Millán responsable de
la construcción del Edificio Central de El Rectorado, la restauración del
Edificio del Gobierno junto con la remodelación de la Plaza Bolívar, así como
de edificaciones privadas, desarrollan proyectos que si bien no son expresión
del estilo moderno puramente hablando, promueven obras cuya acción renovadora
abordan referencias como punto de partida para transitar hacia la modernidad.
Finalizado el régimen dictatorial, el 4 de
febrero de 1958, el ministro de Educación de la Junta de Gobierno, Dr. Rafael
Pizani, nombró al Dr. Pedro Rincón Gutiérrez como Rector de la Universidad de
Los Andes. Designación recibida con gran beneplácito por la población de
Mérida. El Dr. Rincón Gutiérrez inició su formación en el Colegio San José,
donde completó su educación primaria y secundaria. Bajo la protección de uno de
los jesuitas, el Padre Resola, quien fue su mentor y guía, creció física e
intelectualmente obteniendo formación humanística amplia, universalista y
generosa, así como también educación religiosa. Luego decidió estudiar
medicina, que bien le venía en virtud de su carácter vocacional y altruista.
Los pasillos del Colegio San José moldearon en el Dr. Pedro Rincón Gutiérrez
capacidades inéditas para proyectar su institución y la ciudad, Su amplitud de
pensamiento, visión y pertenencia a un selecto grupo de académicos de gran
sapiencia que contribuyeron desde un principio a un desempeño de acierto
indiscutible. Siempre acompañado de tutores en las diversas etapas de su
educación. Como médico, entre otros ilustres merideños, conto con grandes
maestros, entre ellos el Dr. Antonio José Uzcátegui y el Dr. Carlos Edmundo
Salas.
Entre las acciones de mayor relevancia y
significado para el presente y futuro de la Universidad, al inicio de la
gestión como rector, destaca la creación de una Universidad Democrática que le
permitió llevar a cabo lo que estaba en construcción en su ideario: abrir sus
puertas y trascender de su origen como Institución provinciana a convertirse en
La Ciudad Universitaria. Idea propuesta inicialmente por el Rector Eloy Dávila
Celis (1949-1951). El Dr. Pedro Rincón Gutiérrez lidera una excelente gestión,
a partir de la realización de importantes inversiones inmobiliarias que hoy día
constituyen para la Institución su mayor patrimonio. Su relevante accionar le
confiere los títulos de Rector Magnífico, Rector de Rectores, demostrando ello
su importancia en el ámbito universitario de Venezuela y fuera de sus
fronteras. Desde ya se convierte en cimiento, eje y motor del progreso de la
universidad y la ciudad.
Desde su primer año de gestión y al ser
electo por el claustro universitario para el período 1959-1962, el Dr. Pedro
Rincón Gutiérrez dio marcha a dos premisas claras: dotar a la Universidad de
patrimonio propio y construir un moderno hospital para Mérida. Su visión
avanzada permitió que, de estructuras construidas durante la dictadura de
Marcos Pérez, junto a las casas alquiladas o propias de facultades y
dependencias, se pasara a una verdadera “Ciudad Universitaria”, probablemente
bajo la influencia de universidades latinoamericanas. En palabras del Dr. Pedro
Rincón Gutiérrez: “entre las capitales venezolanas, ninguna como Mérida
presenta tantas condiciones y ventajas para servir de sede universitaria.
Parece que en ella se conjugan la bondad de la Naturaleza, la dulzura del
clima, el carácter apacible de sus pobladores y una tradición ya secular que
favorecen y estimulan el cultivo del espíritu y las labores docentes y de
investigación.”
El acelerado crecimiento que se operó en el
país tras el cambio político exigió la ejecución de un plan de edificaciones
que diera respuesta a los nuevos escenarios que se avecinaban con el
crecimiento de la educación secundaria en el país. El Dr. Rincón al asumir el
cargo consigue una pequeña institución que contaba con 210 profesores y 1.737
estudiantes. A principios de los años sesenta, el país alcanzó el mayor
crecimiento en educación superior, lo que generó grandes expectativas. Fue
imperativo abordar demandas, así se inició la adquisición de terrenos e
inmuebles en la ciudad de Mérida. En 1958, se registró la primera compra de 2.6
hectáreas en la Avenida Tulio Febres Cordero, frente al Grupo Godoy, con fines
residenciales. Al año siguiente, se adquirió un inmueble en la Avenida Bolívar,
un lote de terreno en la Punta y se recibió una donación de 17 hectáreas en la
Hacienda La Pedregosa por parte de la Junta Pro-Ensanche del Hospital. También
se compraron 9.6 hectáreas en la Hacienda Los Sauzales, 400 hectáreas en el
Bosque La Carbonera en el Municipio Zerpa y Jají, con el propósito de
desarrollar el área de silvicultura. Bienhechurías de plantaciones en Barinas.
Además, se adquirieron las haciendas Campo de Oro, Santa Elena y Santa María, y
se recibieron en donación 500 hectáreas en el Bosque el Caimital, en Barinas,
Bosque Agropecuario Los Andes, y 22 hectáreas en San Eusebio. Al iniciarse de
forma planificada bajo una clara y promisoria empresa, el Dr. Rincón creó, en
su primer año de gestión, la Oficina de Planificación y Mantenimiento. El
arquitecto vasco, Iñaki Zubizarreta, amigo entrañable del Rector y fundador del
departamento de planificación, influyó en gran medida en esta visión. La
adquisición de estas propiedades, acompañadas por grandes arquitectos, cambió
la fisonomía de la ciudad. Siendo Rector electo, continuó con su propósito que
permitieran llevar a cabo lo planificado. En 1960, se adquirió Llano de Los
Corredores en la Parroquia Milla. En 1961, se compró parte de la Hacienda Santa
María para la sede del Núcleo Forestal. En 1963, lotes de terreno en la Avenida
Tulio Febres Cordero y lotes en la finca Santa María. En 1965, se adquirieron
38.67 hectáreas en la Hacienda Santa Ana. Posteriormente, en 1966, la Finca El
Milagro, colindante con Santa María, y La Loma de José María.
De acuerdo con los Boletines Estadísticos de
la ULA, se experimentó un vertiginoso crecimiento en el período 1960-1971. La
población estudiantil se quintuplicó y se crearon escuelas de diferentes
carreras. Para cumplir con las demandas, se alojaron actividades docentes, de
investigación y administrativas en recintos o edificaciones no siempre
adecuadas, dispersas en la ciudad y habilitadas sin criterio. La universidad
llegó a alquilar cerca de 7000 metros cuadrados. En 1964, con un concepto
distinto al Campus o Ciudad Universitaria, se planteó el "Desarrollo de la
Ciudad Universitaria de Mérida (Plan de Edificaciones)", distribuida en
cuatro grupos fundamentales esparcidos por casi toda la geografía de la ciudad.
·
El primer grupo, en Campo de oro y Santa Elena el Médico-Biológico, incluía el Hospital
Universitario, las Facultades de Farmacia, Medicina y Odontología, el Hospital
Psiquiátrico, la Escuela de Enfermeras, el Instituto de Ciencias Médicas, la
Residencia Masculina, instalaciones deportivas, centro comercial y rental, y
viviendas para empleados de la Universidad.
·
El segundo grupo, en Los Chorros, el Forestal, comprendía los siguientes
servicios: el Instituto de Silvicultura, el Instituto de Geografía y
Conservación de Recursos Naturales Renovables, la Facultad de Ciencias
Forestales e Instituto de Investigaciones y Capacitación Forestal, el
Laboratorio de Productos Forestales y la Escuela de Peritos Forestales.
·
El tercer grupo, en La Hechicera, el Técnico-Científico-Humanístico, estaba
integrado por las siguientes áreas: servicios administrativos, biblioteca, la
Casa del Estudiante y la Organización de Bienestar Estudiantil, librería,
ambientes recreativos, área deportiva, Facultad de Ingeniería Civil y
Eléctrica, Arquitectura, Ciencias Básicas (Matemática, Física y Química), Ciencias
Naturales, Derecho, Humanidades y Economía.
·
El cuarto grupo, Conjunto Tulio Febres, el Cultural-Educativo, Residencial y
Comercial, estaba compuesto por el Departamento de Extensión Cultural (teatro,
escuelas artísticas y biblioteca) y el centro residencial comercial. Su
congruente rol de dirigente universitario y de propósitos institucionales
ofrecieron confianza a las autoridades nacionales, quienes aprobaron recursos
extraordinarios para las adquisiciones de terrenos e hicieron posibles
construcciones como la Escuela de Geografía, las sedes provisionales de las
Facultades de Economía y Humanidades y Educación en la Avenida Universidad y la
refacción de Ancianato ubicado en la Hoyada de Milla para sede inicial de la
Facultad de Arquitectura.
Con el objetivo de dar continuidad y
consolidar los planes establecidos anteriormente, el Rector Rincón Gutiérrez
designó una Comisión conformada por representantes de Organismos Nacionales,
Regionales, de la Iglesia, partidos políticos y, evidentemente, de la Universidad
para llevar a cabo el desarrollo del Proyecto del Núcleo Biológico, en el cual
se incluía HULA. Para tal fin, se contrató al Dr. Macchler para la programación
integral de esta ciudad universitaria y al arquitecto Horacio Caminos del
Instituto Tecnológico de Massachusetts para la realización de este proyecto. La
Universidad, consciente de su papel en la sociedad, siempre ha buscado ir más
allá de una relación puramente académica.
A través de la acción del Dr. Rincón, se
consolido la cesión de patrimonio de mayor relevancia con la donación de
terrenos para el Hospital Universitario Los Andes, que inició su construcción
en 1962 en los terrenos de las haciendas Campo de Oro y Santa Elena. Se da
inicio a las primeras edificaciones de la «Ciudad Universitaria» en el Grupo
Médico-Biológico, que incluyo la Residencia Estudiantil Masculina y la Facultad
de Farmacia. Posteriormente, se construyeron aquí los galpones de Bioanálisis,
los Servicios Generales de la Universidad (transporte, taller mecánico, ingeniería
y mantenimiento), el complejo deportivo de Campo de Oro y, más recientemente,
los edificios de Parasitología y Microbiología. Además, se donaron terrenos
para la Urbanización Santa Mónica, la Casa Sindical de FETRAMERIDA, la Escuela
Técnica Manuel Pulido Méndez, el Ambulatorio de la Cruz Roja, la avenida
Primero de Mayo que comunica Santa Mónica con Santa Juana, el estadio menor La
Arenita, la Iglesia San Juan Apóstol y la Avenida que comunica Santa Juana con
la Urbanización Carabobo en Chama. Continuando con la compra de bienes, en 1967
se adquieren lotes para acceder a La Hechicera. Este mismo año se compran 35.86
hectáreas de la Hacienda Liria. Además, entre 1964 y 1966, varios apartamentos
en los Edificios los Caciques, ubicados en la Avenida Universidad. Se llevó a
cabo el urbanismo de la Urbanización Santa María, constituido por 246 parcelas
permitiendo que profesores accedan a estas propiedades. La Institución así,
obtiene utilidades que son dirigidas a consolidar su planta física. Se
construyeron también residencias para profesores visitantes en la Hoyada de
Milla, que ahora son ocupadas por los gremios.
En los terrenos de la hacienda de Milla, el
proyecto de la «Ciudad Universitaria» continuó tomando forma. Aquí se encuentra
ubicado el Grupo Forestal. A partir de 1962, la Universidad de Los Andes en
cooperación con el Ministerio de Agricultura y Cría construyó el Instituto
Forestal Latinoamericano de Investigación y Capacitación, el Instituto de
Silvicultura, la sede de la Escuela e Instituto de Geografía, que se concluyó
en 1964 con ayuda del Ministerio de Obras Públicas. Posteriormente, se
construyeron la Facultad de Ciencias Forestales y la Escuela de Peritos
Forestales. Se levantó el edificio para el Centro Interamericano para el
Desarrollo e Investigación Ambiental y Territorial (CIDIAT), que luego se
reubicó en el Parque La Isla.
En el sector La Hechicera se ubican parte
del Grupo Técnico-Científico, las Facultades de Ciencias, Ingeniería y
posteriormente se anexa Arquitectura. El proyecto inició en 1964 y, a tal
efecto, el Ministerio de Obras Públicas contrató a un grupo de especialistas.
La falta de espacio físico era una de las debilidades de la Universidad de Los
Andes, y gran preocupación para el Rector. Contar con una universidad bien equipada
física y académicamente era una necesidad inminente. Se establecieron programas
de edificaciones que se llevaron a cabo de la mano del gobierno nacional,
atendiendo demandas públicas en cada uno de los periodos presidenciales.
Gracias a la colaboración entre la universidad, organismos públicos y entes
privados, se logró ampliar las dependencias universitarias y tener un impacto
positivo en toda la ciudad de Mérida.
En reunión sostenida en 1964 entre los
rectores de las universidades del país y el ministro de Obras Públicas, se
planteó la imperiosa necesidad de elaborar un plan orgánico nacional que
permitiera el desarrollo de la planta física de las universidades Durante el
segundo y tercer período rectoral del Dr. Pedro Rincón Gutiérrez, continuo la
gestión de compras y donaciones de terrenos de gran importancia para la
institución. La Universidad de Los Andes recibió la finca El Joque en la vía
Jají-La Azulita, una zona boscosa en el sitio conocido como San Eusebio donde
funciona una estación experimental de la Facultad de Ciencias Forestales,
bosque El Caimital en Obispos – estado Barinas para la explotación de la
madera, terrenos en Barrancas y la extensa reserva forestal en Ticoporo y
Caparo en comodato con el Ministerio del Ambiente. Se realizaron varias figuras
de permutas y/o cesiones con el propósito de que las propiedades que se daban a
cambio promovieran el desarrollo de la Universidad y solventaran necesidades de
viviendas para trabajadores y empleados. Permutas al Banco Obrero de las
haciendas Los Sauzales y La Pedregosa por cesión del Colegio San José, terrenos
del Estadio y Conjunto Deportivo Lourdes. De la Hacienda Liria, adquirida en
1967, se donaron terrenos para la instalación del Centro Educacional CEAPULA, y
para la ubicación de la Universidad Nacional Abierta. A la Gobernación del
Estado se le cedieron terrenos para el complejo recreacional-deportivo
ALBARREGAS, el cual incluía la Plaza de Toros. En 1972, el Banco Interamericano
de Desarrollo (BID) realizó un informe en el que se reveló un déficit de
espacios en la Universidad, con índices de ocupación por alumno muy bajos,
llegando incluso a 0.55m2 por alumno en algunas carreras de mayor demanda. Los
índices utilizados para edificaciones de Educación Superior se ubican en un
rango de 12 a 18 m² por alumno.
Para las autoridades de la Universidad, era
inminente contar con una institución bien dotada física y académicamente. A
pesar de haberse iniciado la ejecución del proyecto en 1973 con la ayuda del
Banco Interamericano de Desarrollo, las inversiones importantes solo pudieron
concretarse a partir de principios del año 1975, culminándose la construcción
de este grupo de edificios en 1981. Inicialmente, se construyeron cuatro
edificios con una extensión aproximada de setenta y dos mil metros cuadrados
(72,000 m2). En los terrenos aledaños se donaron lotes para las oficinas del
MINDUR, CONICIT y el Centro Internacional de Astronomía – CIDA. En la zona de
Santa Rosa quedaron situados el Instituto de Investigaciones Agropecuarias, la
Estación Santa Rosa y las plantas de tratamiento que sirven a la institución y
a toda la comunidad aledaña.
La creación de los núcleos universitarios en
Trujillo y Táchira le confirió a la Universidad de Los Andes una mayor
dimensión espacial. El Núcleo Universitario "Rafael Rangel" en 1972,
se desarrolló en sus sedes de Carmona y la Villa el Prado, nació como este una
respuesta a la necesidad de educación superior en la sub región del Estado
Trujillo. En 1975, se aprobó el Núcleo universitario en el estado Táchira “Doctor
Pedro Rincón Gutiérrez”, ubicado en los conjuntos de Carmona y de Paramillo,
para 1980, contaba ya con 18.696m2. En la misma década se abrieron extensiones
de Medicina en Guanare-Estado Portuguesa y Valera, Estado Trujillo.
Para 1986, la ULA cuenta con 42 terrenos en
Mérida con un área que alcanza 324has, una matrícula de 28.934 estudiantes y
242.148 m2 construidos. A pesar de estos avances, la Universidad de Los Andes
sigue enfrentado dificultades en cuanto a la relación entre el espacio físico y
la cantidad de estudiantes. Se evidenciaba la necesidad de continuar trabajando
en la construcción y mejoramiento de sus espacios. En el año 2006, respondiendo
a planes de gestiones lideradas por el Rector Rincón Gutiérrez la Universidad
de Los Andes cuenta en su sede Mérida con una superficie construida de
337.109,26 m² aproximadamente para una matrícula de 31.699 alumnos y un índice
de 10,64m2/alumno, indicativo de una mejora significativa en comparación con
años anteriores. Llegar a la consecución del Desarrollo de la Ciudad
Universitaria de Mérida implicó importantes movimientos, incluyendo mudanzas
dilatadas y otras que no se concretaron.
Hoy la realidad en nuestro país difiere
diametralmente de las condiciones en las cuales la Universidad desarrolló
importantes y trascendentales proyectos. Sin embargo, también es cierto que aún
hay reticencia al cambio. Salir de las zonas de confort que se adoptan no ha
sido fácil y es necesario revisar y sincerar los índices de utilización de los
espacios. A pesar de que existieron los planes correspondientes, El Grupo
Médico-Biológico espera por su culminación definitiva. Medicina y Odontología
continúan en espacios originarios, algunos inadecuados y dispersos, y lo más
agravante es que se afecta la estructura patrimonial del edificio Central del
Rectorado. Ingeniería en dos sedes, la Hechicera, también ocupa espacios en la
Av. Don Tulio y no culmina su programación. El Grupo Cultural planificado solo
conto con la concesión del edificio del Colegio San José. Aún la cultura universitaria
no llega espacialmente a la sociedad merideña. Las viviendas multifamiliares
del centro de la ciudad nunca se construyeron, Recientemente se concentraron
servicios estudiantiles de manera incompleta en el Conjunto Los Chorros. El
proyecto de formación de profesionales de nivel medio (peritos y técnicos) no
se llevó a efecto tal y como lo programó el Doctor Rincón. Las facultades de
Ciencias Jurídicas y Políticas, Humanidades y Educación, y la Facultad de
Ciencias Económicas y Sociales ocupan un espacio diferente al originalmente
establecido, aunque el Plan fue modificado acertadamente, transcurrieron tres
décadas para concretar estos cambios.
Compartiendo el sueño del Dr. Pedro Rincón
Gutiérrez, Rector Magnífico y modernizador de nuestra casa de estudio, me
preocupé, y aún lo hago. Revisando el rol urbano que la Universidad de Los
Andes debe mantener con respecto a su ciudad, encontré puntos de confluencia
que, al ser intervenidos fragmentadamente, impactan y promueven renovación en
el actual tejido urbano de la ciudad. Utilizando herramientas teóricas y
construyendo metodología para tal fin, proporcioné a la Institución la
intervención y ordenación de su planta física en la ciudad. Llegando a su
aplicación en un fragmento urbano estratégico de nuestra Universidad,
ordenándolo y articulándolo con su entorno, llegue a lo que denominé
UNIVERCIUDAD en CAMPO de ORO. La influencia en la Universidad de Los Andes,
liderada por el Dr. Rincón Gutiérrez, trascendió los límites de la institución
y se hizo sentir en la ciudad misma. Su pensamiento, obra y acción hoy nos
convocó para recordarnos su valor. Su obra está inscrita en los muros de la
Universidad, en las Rutas Universitarias, en sus espacios verdes y en los
bosques que recorrió con la fehaciente creencia de que el construir era querer,
y lo que se quiere se defiende, se preserva, se protege. Nos corresponde no
solo continuar sino también no dejarla sucumbir. AL Doctor Rincón Gutiérrez
Rector de Rectores, Maestro en el sentido más amplio, con una calidad humana
que no tiene mesura, siempre le estaré agradecida. Su legado permitió la
construcción de una Universidad de excelencia. Primordial perpetuar su obra.
Hay mucho por hacer.
A todos Gracias.